22_05_04

Las máximas del mundo





CUARTO DÍA: Lectura sugerida: Santo Evangelio ( Mt 5 38-48) 


Meditación: Las máximas del mundo


 

“Dios tiene su Sabiduría y ésa es la única que merece ser amada y buscada como un gran tesoro. El mundo corrupto, puede tener también su sabiduría pero ésta se debe condenar y detestar porque es cruel y perniciosa.” (San Luis María G.de Montfort, A.S.E.74) 

“Vanidad de vanidades, todo es vanidad, excepto amar a Dios y sólo a El servir” (Ecl 1,2). El amor hacia Dios debe ser la guía y la luz de nuestros pasos moviendo nuestras aspiraciones, deseos e ideales. Debemos, pues, huir de todas y cualquier obra de la carne que pertenecen al espíritu del mundo, tales como: prostitución, impureza, deshonestidad, idolatría, maleficios, enemistades, contiendas, celos, iras, disputas, discordias, envidias, embriaguez, orgías, etc... Éstas son contrarias al Espíritu de Jesús, que es de caridad, alegría, bondad, templanza... es decir correspondamos a la Llamada de Nuestra Señora en Fátima que nos dijo para no ofender más a Jesús, que ya está muy ofendido: “No ofendamos al Amor. Que nuestra voluntad sea la de Dios y nuestra única aspiración sea la posesión plena de su Amor”, así escribe la hna. Lucía comentando el mensaje venido del Cielo. 

La sabiduría del mundo es contraria a la Sabiduría de Dios, que es Amor-Donación. Ella tiene perfecta armonía con las máximas y las costumbres del siglo, siempre tendiendo a buscar grandezas y buena reputación, procurando satisfacer sus propios intereses y placeres, con hipocresía y astucia. Sólo se preocupa con los negocios, orientando todo en provecho propio, fingiendo, engañando, intentando establecer acuerdo entre la verdad y la mentira, entre el Evangelio y el mundo, entre la virtud y el pecado; por fin, entre Jesús y el demonio. Infeliz- mente, quien sigue la sabiduría del mundo y sus máximas apenas le importan tan siquiera la apariencia de ser bueno, no esforzándose por agradar a Dios y mucho menos en expiar sus pecados con penitencia. Éstos, se interesan sólo por lo que los otros vayan a pensar o hablar, juzgando ser de mayor valor seguir las modas y comer bien. 

Todo eso que afirmamos corresponde fielmente a las características de los que se dejan guiar por los diez mandamientos del mundo y no por los de Dios. 

Según San Luís María son estos los preceptos mundanos: 

1º Conocer bien el mundo, acompañando el siglo; 

2º Vivir como un hombre honrado, contentándose solamente con las apariencias; 

3º Orientar bien los negocios, tomando el dinero como el fin último de la vida; 

4º Guardar bien las pertenencias, ignorando la caridad; 

5º Procurar salir del anonimato, avanzando en la vida con ambición y osadías; 

6º Procurar hacer amistades importantes, sin preocuparnos en obedecer a la conciencia que nos advierte sobre las malas compañías; 

7º Frecuentar la alta sociedad andando siempre detrás de personas influyentes; 

8º Comer y beber bien; 

9º Cultivar el buen humor, incluso ante toda suerte de placeres culpables; 

10º Rechazar la piedad, religión, obras de caridad u otros oficios devotos. 

El espíritu del mundo es contrario la Divina Sabiduría al des- preciar los actos de renuncia y la locura de la Cruz. La buena Madre, María Santísima, nos aparta de esta sabiduría terrena, carnal y diabólica, que es pregonada por los mundanos. Ella fue la primera en separar- se del mundo y seguir a Jesús en el ocultamiento, en la mortificación y en la vida interior como también, en la comunicación y unión con sus sufrimientos. De este modo Ella será nuestro auxilio en la crucifixión de la carne, (con sus pasiones y malos apetitos) conduciéndonos a una continua violencia sobre nosotros mismos, y ayudándonos a cargar con la cruz de cada día. 

En resumen, no cohabitan en la misma alma la Sabiduría y el amor y las vanidades del mundo. Obteniendo esta tan deseada Sabiduría, renunciaremos efectivamente a los bienes de este siglo, o por lo menos nos despegaremos de ellos, poseyéndolos como sino los tuviéramos; lo que acontecerá si a imitación de la Virgen María practicamos una mortificación continua, valerosa y discreta. 

Mediante una vida de intensa penitencia interior (subyugando la inteligencia y la voluntad) y exterior (con paciencia ante las adversidades, ayunos, vigilias y otras austeridades) es como María Santísima nos mostrará lo que Dios quiere. ¡Seamos dóciles a su acción materna! 



La idolatría en la postmodernidad 



La idolatría es un grave pecado por cuanto se desprecia el culto al verdadero Dios, Creador y Sustentador de todas las cosas, para adorar a un ser creado colocándolo en el centro de la vida. En el pasado los hombres tomaban una imagen cualquiera (generalmente de un animal) y a este ídolo prestaban culto de adoración, ofreciéndole sacrificios, alimentos y perfumes a través de la quema de inciensos. Eso era una gran ofensa a Dios, y era abominable ante Él. Desgraciadamente esa práctica no se extinguió incluso después de haber dado el Señor a los hombres tantas pruebas de su poder y de su Amor. ¿Cómo podemos entonces identificar esta práctica en la actualidad? De varia- das formas, pues, la sociedad moderna tiene la capacidad de reproducir viejos vicios bajo nuevos aspectos. Entre estos tenemos: 


El ateísmo práctico - “Dios existe en la teoría, para la mayoría de las personas pero por el contrario, en el día a día se vive como si Él no existiese”.



No se reza nunca, no se preocupan en seguir la moral cristiana en los variados comportamientos asumidos.Todo está concurriendo para la satisfacción del propio ego, o sea, del egoísmo y la voluntad propia que pasan a regir cualquier norma de conducta. Hay sufrimientos y luchas trabadas en vano en el intento de que los deseos personales sean satisfechos cueste lo que cueste. 



El hedonismo - Es erigido un trono al dios placer.



Toda la preocupación de los individuos gira en torno a la satisfacción de sus apetitos carnales. La sensualidad es exacerbada. Las diversiones mundanas ocupan un lugar central en la vida de las personas. El espíritu de sacrificio es despreciado y ya no hay más leyes morales que sean obedecidas. 



El materialismo-“El dinero, el poder y el consumismo son reverenciados”. 



Se ha establecido el dominio del tener sobre el ser. El hombre desprecia su dignidad de hijo de Dios para establecer en su vida una loca carrera objetivada por el dinero y los bienes de propiedad oscureciendo las realidades eternas. 

Por estas prácticas arriba citadas, que infelizmente traducen la vida moderna, Dios Nuestro Señor es apartado y se vuelve frecuente, entre nosotros, la vieja frase de “Incensar a los ídolos”. 




Oración: María Santísima, agradecidos por la lucidez que nos disteis para distinguir las acciones e intenciones que son contrarias a Ti y al Espíritu Santo de Dios, queremos adoptar firmes resoluciones para liberarnos del mundo y esclavizarnos amorosamente a vuestro Inmaculado Corazón. Bondadosa Madre ayúdanos en nuestro camino. Amén. 



Jaculatoria: ¡Permanezca nuestra vida escondida en Cristo Jesús! 




 

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