18_05_31

NOVENA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA Día 1


NOVENA AL INMACULADO 
CORAZÓN DE MARIA



PREPARACIÓN

Señor mío Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, ahí tenéis postrado a vuestros pies a este miserable pecador que, arrepentido de sus pecados, acude a Vos como a la fuente de toda gracia, e invoca vuestro Santo Nombre para hacer devotamente esta novena. Vos, Señor, os habéis reservado de una manera especial el principio de toda buena obra, y sin Vos es imposible aun el deseo de hacer el bien. La misma gracia que ha dirigido mis pies a este santo templo, y descubierto a mis ojos esta sagrada imagen fuente de todo amor y consolación, espero que continúe en mí su obra y la llevará a su perfección.
No permitáis pues, Señor, que mi espíritu se distraiga en otros pensamientos que los que Vos en este breve rato os dignéis excitar en él, y que mi corazón, ajeno y purificado de todos los afectos de la tierra, sólo se abra a los purísimos sentimientos de amor y ternura que nos habéis enseñado en este símbolo vivo de toda caridad y amabilidad. Somos tan carnales y tan propensos a todo lo que halaga nuestros sentidos que, con frecuencia, torcemos a fines enteramente opuestos los mismos objetos que vuestro amor nos propone para despegarnos de la carne, y confundiendo nuestra sensibilidad con los puros y santos afectos de vuestro amor, muchas veces nuestra devoción y compunción no pasa de un sentimiento material y tierno. Hacednos por lo mismo la gracia de que al considerar los afectos del Corazón Inmaculado de María entremos en este tabernáculo del amor de la ternura con aquellas castas disposiciones dignas del tálamo de la más pura de las vírgenes. Y con mayor instancia imploro en este momento vuestra gracia, porque si llegase a tal punto mi insensibilidad que mi corazón permaneciese frio en medio de este incendio, podría con razón temer que había merecido el castigo de que vuestro amor me abandonase a mi indiferencia. Sin duda mis pecados ésto y más han merecido; pero vuestra gran misericordia los cubre todos, y vuestra bondad no repara en la ingratitud pasada del que implora con humildad vuestro perdón. Así nos lo hace esperar este Corazón cuyos santos y purísimos afectos nos proponéis como modelo de los más puros y generosos sentimientos, y como prenda de toda suerte de gracias y merecimientos. Por el Corazón Inmaculado de María, en cuyas venas se formó la Sangre que fue derramada por nosotros en la cruz, concedednos la gracia de hacer con fruto esta novena.


DÍA PRIMERO

EXCELENCIA DEL CORAZÓN DE MARÍA

1° Considera la excelencia del Corazón Inmaculado de María por ser la parte más noble del cuerpo de la Madre de Dios; de aquel santísimo y purísimo cuerpo que, participando de la dignidad de la persona, era elevado a una grandeza casi infinita. Y aumenta además sobre toda ponderación la excelencia de este Corazón su unión con el Alma Santísima de María. ¡Qué correspondencia de santas impresiones y movimientos no debió mediar entre el Alma excelsa y el gran Corazón de María!, aquella alma que excedió en santidad a todos los Ángeles y Bienaventurados del cielo. Sólo un entendimiento angélico o auxiliado con luces extra ordinarias y especialísimas puede comprender bajo este concepto la excelencia del Corazón de María.
2° Considera la excelencia del Corazón Inmaculado de María por haber sido el principio y la fuente de la vida de una Madre divina, de la vida más noble y santa después de la de Jesús. Este Corazón fue el surgidero de aquella Sangre con la que se formó en sus entrañas por obra del Espíritu santo el Cuerpo de Jesús, que estuvo unido a la divinidad; y puede con razón llamarse el surgidero de las dos vidas más preciosas que ha habido y puede haber en el mundo. No hay pues corazón alguno después del de Jesús comparable al Corazón de María.
3° Considera la excelencia del Corazón Inmaculado de María por haber sido el instrumento material de innumerables afectos sensibles gracia Dios, uno sólo de los cuales es más agradable a su infinita majestad que todos los actos juntos de las demás criaturas justas y santas que ha habido. Él fue también el órgano nobilísimo de las perfectísimas operaciones de su voluntad, la que por ésto mismo se nos representa bajo el símbolo del corazón. Venerémosla pues por aquellos afectos y sentimientos tan singulares y perfectísimos en que se ejercitó en todo el curso de su vida, no solo material, sensible y formalmente con la voluntad, sino también con el corazón su símbolo y representación viva. ¿Puédese hallar en María un objeto sensible de devoción mas excelente, y que nos excite y conduzca con más eficacia a venerar su persona por todo lo que obró y sufrió de más grande y meritorio en su Alma y cuerpo por amor de Dios y benevolencia en vez de los hombres que su Corazón Inmaculado?


COLOQUIO

¡Virgen excelsa, y gran Reina de cielo! al considerar la excelencia de vuestro Corazón Inmaculado, me lleno de confusión y de vergüenza al reconocer la indignidad del mío comparado con el vuestro.
¡Ah corazón mío indignísimo! instrumento de vilísimos afectos de todo punto disonantes del carácter de cristiano que me elevó a la dignidad de hijo de Dios.
¡Corazón mío asquerosísimo! fuente y principio de una vida pasada hasta el presente en los más inicuos deleites.
Madre de mi Dios y señor, por la excelencia que Dios comunicó a vuestro Corazón Inmaculado, os ruego, postrado a vuestros pies, este devoto servicio vuestro, que levantéis su voluntad del fango del vicio en que yace miserablemente sepultada.
Será esta una nueva gloria para Vos, Señora, si vuestra intercesión y poder consigue hacer de mi corazón un templo del Espíritu Santo y una hoguera de santos afectos hacia Dios y las cosas celestiales. Amén.


OFRECIMIENTO

Os damos gracias, Señor y Dios nuestro, por los sentimientos y afectos que en esta meditación nos habéis inspirado; os los ofrecemos en holocausto por nuestros pecados. Os los ofrecemos, Señor, para que los purifiquéis de sus defectos e imperfecciones, y los hagáis vuestros y dignos de vos. En este breve rato, que hemos ocupado en la consideración de los afectos que sintió el Corazón Inmaculado de María, hemos sentido nosotros también nuevas y fuertes impresiones; y el contraste de tanta pureza y amor con la sentina de nuestros vicios y maldades, ha excitado en nuestro corazón deseos vehementes de participar de aquellos dones de que Vos con tanta largueza llenasteis el Corazón de vuestra Madre. Nuestro corazón ha latido de amor y ternura junto al Corazón de María, y aunque embotarlas y flojas sus cuerdas han resonado heridas por el impulso del Corazón de Nuestra Madre, el corazón de un hijo no podía permanecer frío e insensible cuando su Madre padece, gime, suspira, llora, goza. Introducidos en el Corazón Inmaculado de María hemos examinado los resortes de aquellos actos purísimos de que fue instrumento, y nuestros ojos de carne han visto las conmociones íntimas y tiernísimas que le agitaban, y lo que nuestro espíritu apenas creía, se nos ha presentado con una luz y claridad que nos es imposible desconocerlo. Hemos puesto la mano sobre aquel Corazón Inmaculado, y nuestra fe, como Santo Tomás, ha reconocido a su contacto los dones de vuestra gracia. Hemos sentido derretirse como cera aquel corazón al ardor de vuestros amorosos rayos, para que pudiese derramarse todo entero sobre nosotros. ¡Ah Señor, no sean pérdidas para vuestras criaturas tantas gracias! vuestra misericordia está interesada en que correspondan a los designios de vuestra bondad. Haced que grabados profundamente hasta penetrar de parte a parte nuestro corazón estos sentimientos, perseveren en el propósito sincero que hemos formado de ser de día en día más sensibles a vuestro amor, y apartar nuestra alma de los placeres sensuales y mundanos que solo engendran fastidio y amargura. Oíd, Padre de toda bondad, por el Corazón de vuestra Madre y nuestra estas súplicas que os dirigen vuestros hijos, y haced que sus obras sean dignas de Vos, y de la gloria que les habéis preparado en el Cielo. Amén.





18_05_12

Consagración del Mundo. Rosario sin Fronteras




FATIMA, POR LA FAMILIA, POR LA VIDA,
 POR LA IGLESIA

CONSAGRANDO NUESTROS PUEBLOS


1.- Rezo del Santo Rosario con las Letanías.





2.- Renovación de la Consagración Personal.



ORACIÓN CONSAGRACIÓN Y REPARACIÓN AL 
INMACULADO CORAZÓN

Oración de Consagración escrita 
por San Maxilimiano  Mª Kolbe:

“Oh Inmaculada, reina del cielo y de la tierra, refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima, a quien Dios confió la economía de la Misericordia. 
Yo, (su nombre), pecador indigno, me postro ante ti, suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y posesión tuya.
A ti, Oh Madre, ofrezco todas las dificultades de mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad. Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva, para cumplir lo que de ti ha sido dicho: “Ella te aplastará la cabeza” (Gen 3:15), y también: “Tú has derrotado todas las herejías en el mundo”. Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas, me convierta en instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo, aumento en cuanto sea posible el bienaventurado Reino del Sagrado Corazón de Jesús. Donde tú entras, Oh Inmaculada, obtienes la gracia de la conversión y la santificación, ya que toda gracia que fluye del Corazón de Jesús para nosotros, nos llega a través de tus manos.

V. Ayúdame a alabarte, Oh Virgen Santa
R. y dame fuerza contra tus enemigos. Amén. 



3.-  Rezo de la Coronilla a la Divina Misericordia





4.- Oración de Reparación al Inmaculado Corazón



ORACIÓN DE  REPARACIÓN AL 
INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA

¡Oh Madre nuestra dulcísima! Permite por piedad que nosotros tus devotos hijos, unidos en un solo pensamiento de veneración y amor, vengamos a reparar las horrendas ofensas que cometen contra Ti tantos desventurados que no conocen el paraíso de bondad y de misericordia de tu corazón maternal.

De la horribles ofensas que se cometen contra tu dulcísimo Jesús, te consolaremos oh María .

De la espada de dolor que hijos degenerados quieren nuevamente clavar en tu corazón maternal, te consolaremos oh María.

De las blasfemias nefandas que se vomitan contra tu purísimo y santísimo nombre, te consolaremos oh María.

De las infames negaciones que se hacen de tus privilegios y de tus glorias más excelsas, te consolaremos oh María.

De los insultos que los protestantes y otros herejes lanzan contra tu culto dulcísimo, te consolaremos oh María.

De las sacrílegas afrentas que los impíos cometen contra tus carísimas imágenes, te consolaremos oh María.

De las profanaciones que se cometen en tus santuarios, te consolaremos oh María.

De las ofensas contra la virtud angelical que en Ti se personifica, te consolaremos oh María.

De los ultrajes que se cometen con las modas perversas, contra la dignidad de la mujer, por Ti reivindicada y santificada, te consolaremos oh María.

De los horrendos delitos con que se aparta a los inocentes de tu seno maternal, te consolaremos oh María.

De las incomprensiones de tus derechos divinamente maternales, por parte de tantas madres, te consolaremos oh María.

De las ingratitudes de tantos hijos a tus gracias bellas, te consolaremos oh María.

De la frialdad de tantos corazones frente a tus ternuras maternales, te consolaremos oh María.

Del desprecio de tus invitaciones de amor, te consolaremos oh María.

De la cruel indiferencia de tantos corazones, te consolaremos oh María.

De tus lágrimas maternales, te consolaremos oh María.

De las angustias de tu dulcísimo corazón, te consolaremos, oh María.

De las agonías de tu alma santísima en tantos Calvarios, te consolaremos oh María.

De tus suspiros de amor, te consolaremos oh María.

Del martirio que te ocasiona la pérdida de tantas almas redimidas por la sangre de tu Jesús y por tus lágrimas, te consolaremos oh María.

De los horrendos atentados que se cometen contra tu Jesús, que vive en su Vicario y en sus sacerdotes, te consolaremos oh  María.

De la conjuración infernal contra la vida de tu Jesús en su Iglesia, te consolaremos oh María.

¡Oh Madre santa dulcísima, que en el heroísmo de tu amor maternal, al pie de la cruz, rogaste por aquellos crueles que martirizaban tan atrozmente a tu amado Hijo Jesús y desgarraban tu Corazón ternísimo! Ten piedad de todos los desventurados e indignos que te ofenden; haz que ellos también puedan ser acogidos en tu seno maternal, purificados por tus lágrimas benditas, y admitidos a gozar los frutos estupendos de tu maternal misericordia. Amén.


5.-  Momento de Silencio y Meditación






6.-  Renovación Consagración de todos los pueblos al Inmaculado Corazón de María de San Juan Pablo II:




EL Papa San Juan Pablo II consagra a todos los hombres y pueblos al Corazón 
de María    
 (25-III-1984).

«[…] Madre de los hombres y de los pueblos, Tú que conoces todos sus sufrimientos y esperanzas, tú que sientes maternalmente todas las luchas entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas que invaden el mundo contemporáneo, acoge nuestro grito que, movidos por el Espíritu Santo, elevamos directamente a tu corazón: abraza con amor de Madre y de Sierva del Señor a este mundo humano nuestro, que te confiamos y consagramos, llenos de inquietud por la suerte terrena y eterna de los hombres y de los pueblos
«De modo especial confiamos y consagramos a aquellos hombres y aquellas naciones, que tienen necesidad particular de esta entrega y de esta consagración. Nos acogemos a tu protección, Santa Madre de Dios! ¡No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades!».
«He aquí que, encontrándonos hoy ante ti, Madre de Cristo, ante tu Corazón Inmaculado, deseamos, junto con toda la Iglesia, unirnos a la consagración que, por amor nuestro, tu Hijo hizo de sí mismo al Padre cuando dijo: “Yo por ellos me santifico, para que ellos sean santificados en la verdad” (Jn 17, 19). 
Queremos unirnos a nuestro Redentor en esta consagración por el mundo y por los hombres, la cual, en su Corazón divino tiene el poder de conseguir el perdón y de procurar la reparación.
«El poder de esta consagración dura por siempre, abarca a todos los hombres, pueblos y naciones, y supera todo el mal que el espíritu de las tinieblas es capaz de sembrar en el corazón del hombre y en su historia; y que, de hecho, ha sembrado en nuestro tiempo. […]

Bendita seas por encima de todas las creaturas, tú, Sierva del Señor, que de la manera más plena obedeciste a la llamada divina.
«Te saludamos a ti, que estás totalmente unida a la consagración redentora de tu Hijo. Madre de la Iglesia: ilumina al Pueblo de Dios en los caminos de la fe, de la esperanza y de la caridad. Ilumina especialmente a los pueblos de los que tú esperas nuestra consagración y nuestro ofrecimiento. Ayúdanos a vivir en la verdad de la consagración de Cristo por toda la familia humana del mundo actual.
Al encomendarte, oh Madre, el mundo, todos los hombres y pueblos, te confiamos también la misma consagración del mundo, poniéndola en tu corazón maternal.

Acoge, oh Madre de Cristo, este grito lleno de sufrimiento de todos los hombres. Lleno del sufrimiento de sociedades enteras. Ayúdanos con el poder del Espíritu Santo a vencer todo pecado, el pecado del hombre y el “pecado del mundo”, el pecado en todas sus manifestaciones.
Aparezca, una vez más, en la historia del mundo el infinito poder salvador de la Redención: poder del Amor misericordioso. Que éste detenga el mal. Que transforme las conciencias. Que en tu Corazón Inmaculado se abra a todos la luz de la esperanza». 





7.- Ave de Fátima

HIMNO AVE DE FÁTIMA


El trece de mayo la Virgen María 
bajó de los cielos a Cova de Iria. 
Ave, ave, ave María. Ave, ave, ave María.

A tres pastorcitos la Madre de Dios
descubre el misterio de su corazón. 
Ave…

Haced penitencia, haced oración;
por los pecadores implorad perdón. 
Ave…

El Santo Rosario constantes rezad
y la Paz del mundo el Señor dará. 
Ave…

De vuestros hijitos oh Madre escuchad
la tierna plegaria y dadnos la paz. 
Ave…

¡Qué llena de encantos se ofrece María!
¡Qué bella y qué pura en Cova de ria! 
Ave…






Muchas Gracias por acompañarnos en esta Solemne Novena¡Viva la Virgen del Rosario, Viva su Inmaculado CorazónViva la Reina de la Paz!




NOVENA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, Día 9



DIA NOVENO 

Consideración

MEDIACIÓN UNIVERSAL DE MARÍA

Llegó el término de sus días en este mundo y la Virgen Gloriosa, entrando triunfante en la Patria C e l e s t e, f u e a través de las j e r a r q u í a s bienaventuradas de los coros angélicos, sublimada hasta el Trono de la Trinidad Beatísima, la cual, ciñéndole la frente de una triple corona, la presentó a la Corte Celestial, sentada a la derecha del Rey Inmortal de los siglos, Coronada Reina del Universo. (Pio XII en la Coronación de la Virgen de Fátima. 13 de mayo de 1946).
 ¡Cuántas gracias no podrá alcanzarnos de Dios esta potentísima Señora y Madre nuestra! San Bernardino de Sena, la llama la Tesorera del Cielo y dice que distribuye sus riquezas como quiere, a quienes quiere y cuando quiere. Omnipotencia suplicante y acueducto de todas las gracias la llaman los Santos Padres.
Y en verdad, porque si el manantial de esos bienes y favores es Dios Nuestro Señor, el caño de oro por donde llegan hasta nosotros es el Corazón maternal y bondadoso de María. Argumento palmario de su mediación universal, es el mensaje de Fátima.
En la tercera aparición aconsejaba a los pequeños videntes el rezo cotidiano del Santo Rosario para alcanzar el fin de la guerra, ya que la intercesión de la Santísima Virgen puede únicamente conceder a los hombres esta gracia, palabras que parecen confirmar la doctrina de este consolador misterio.
Recurramos a María en nuestras necesidades espirituales y temporales. Pidámosle humildes y confiados, que su poderosa intercesión no sea vana y estéril para nosotros; que regenere ahora nuestras almas con la gracia para que después nos abra, al salir de este destierro, las puertas de la eterna bienaventuranza.




Lección Histórica

LA CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZON DE MARÍA

La Santísima Virgen, pidió a los videntes de Fátima la consagración del mundo a su Inmaculado Corazón como medio de acelerar la paz y la conversión de Rusia. Se prevén luchas y persecuciones, pero se anuncia como cierto el triunfo del Corazón Inmaculado. Felizmente el Papa ha realizado la petición de Nuestra Señora y Madre consagrando el género humano a su Inmaculado Corazón el 31 de octubre de 1942 en su radio mensaje a Portugal, consagración renovada solemnísimamente en la tarde del día 8 de diciembre del mismo año en la Basílica del Príncipe de los Apóstoles. Siguiendo el ejemplo del Papa, numerosos Prelados han consagrado ya sus propias diócesis, y son muchas las Ordenes, Congregaciones Religiosas, Comunidades, Parroquias, Cofradías, Colegios y Centros de Acción Católica que renuevan la consagración.
Estas consagraciones en común suponen nuestra consagración privada, con la cual nos entregamos nosotros mismos y todas nuestras cosas al Purísimo Corazón de María, y los frutos de esta consagración  
serán siempre más abundantes si la renovamos con frecuencia, porque constituirá un despertador poderoso que nos traerá a la memoria los compromisos contraídos con nuestra Santísima Madre.
En medio de la angustiosa incertidumbre que se cierne sobre el mundo, levantemos el corazón hacia Ella y no dejará de venir en auxilio nuestro, intercediendo por nosotros cerca de la Divina Misericordia.




Reflexión

En sus homilías de Nuestra Santísima Madre, San Francisco de Sales predicaba que María fue perfectamente una con Cristo en el Calvario en la adoración de Jesús al Padre. Ella ofreció amorosamente a Jesús al Padre y ofreció su sufrimiento por sus hijos. El Santo nos dice que María hubiera muerto con Cristo en el Calvario de no haber sido porque su Hijo se lo impidió. Jesús quería que ella se quedara más tiempo con la Iglesia en la tierra después de su ascensión al Cielo y compartiera más tarde la muerte de Él por amor.
Cuando llegó el tiempo querido por Dios, María murió de muerte natural, pero esa muerte fue un acto consciente de adoración en el amor. La Madre de Dios ansiaba con todo su ser estar con Jesús en el Reino. Cuando llegó la hora de la muerte, Ella se ofreció como se había ofrecido Jesús al Padre al morir. Encomendándose al abrazo de Dios, María, encendida con el Espíritu Santo, transformó su muerte en un acto de amor al Padre: un acto eucarístico de adoración en Cristo, por Cristo y con Cristo.
Preservada de la corrupción de la tumba, María fue elevada de entre los muertos por Cristo y fue llevada, en cuerpo y alma, a la Gloria del Cielo. En 1950, el Papa Pío XII definió solemnemente que la Asunción de María es parte integral de la Revelación cristiana: “Por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado. Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la Gloria Celestial”. 
La dormición de María, es decir, su muerte, resurrección y asunción a la Gloria, son una fuente de esperanza para los cristianos que creemos en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Los Padres del Concilio Vaticano II nos enseñaron: La Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en los Cielos en cuerpo y en alma, es imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor (Lumen Gentium, 68). Desde su lugar en el Cielo, María intercede con Cristo y a través de Cristo por todas las necesidades de sus hijos en la tierra.


Oración

María, Madre de Dios y nuestra querida Madre, quédate con nosotros en la hora de nuestra muerte. Ayúdanos a comprender que, al morir por nosotros, tu Hijo transformó la muerte en un acto de adoración al Padre, un momento sagrado de pasaje de esta vida a la otra; en el momento que sólo Dios dispone. Fortalecidos por los sacramentos de la Iglesia, ayúdanos a morir como tú, en un acto de amor y ofrecimiento de la propia persona por la salvación de los demás. Madre Santa, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. 



ORACION FINAL

¡Oh Dios!, cuyo Unigénito con Su vida, muerte y resurrección nos ha merecido el premio de la eterna salvación: Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Rosario de la Santísima Virgen María, imitemos los ejemplos que contienen y consigamos los bienes que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

JACULATORIA

¡Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!




18_05_10

NOVENA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, Día 8



DIA OCTAVO 


Consideración

MARÍA Y LA EUCARISTÍA

La unión más íntima, real y perfecta con Nuestro Señor Jesucristo en este mundo, la realizamos los cristianos por medio de la Sagrada Comunión. Las almas fervorosas, las enamoradas de Jesús, no pueden vivir sin la recepción frecuente de este Pan y Vino Eucarísticos que hace fuertes y engendra vírgenes_ De ahí que los santos comulgarán siempre que les fuera posible. ¡Con cuánta mayor frecuencia y con qué intensidad de amor lo haría María Santísima! En premio de este su amor eucarístico según afirma la Venerable Madre Sor María de Jesús de Agreda— fue la Santísima Virgen Sagrario Viviente, porque en su pecho se conservaban incorruptas las especies sacramentales desde una comunión a otra. De ésta manera vivió siempre unida íntimamente con su Señor y divino Hijo Jesucristo.

Nota peculiar de Fátima es la Eucaristía.


Las apariciones de la Madre de Dios fueron precedidas por las del Santo Ángel, que dio de comulgar a los felices niños las especies sacramentales. Allí pidió el Inmaculado Corazón de María la Comunión reparadora en los primeros sábados de mes, allí tiene lugar muy destacado la procesión y la bendición con el Santísimo Sacramento a los enfermos. 

Con lo cual, se nos enseña que la devoción a María supone primordialmente la devoción al Santísimo Sacramento. Las almas marianas han de ser también, y sobre todo, almas eucarísticas. Unámonos muchas veces en comunión espiritual con Jesús-Hostia, frecuentemos las visitas al Sagrario y participemos de la Adoración Perpetua o Adoración Nocturna y preparémonos con particular esmero para recibirlo sacramentalmente, pidiendo a nuestra amorosísima Madre que purifique y limpie nuestros corazones de la escoria de los vicios, para que sean dignas moradas de Jesús y permanezcan siempre en nosotros los efectos de la Sagrada Comunión.



Lección Histórica

SEXTA APARICIÓN

PRIMEROS SABADOS DE MES

La Santísima Virgen, había pedido en Fátima, en la tercera aparición, la Comunión reparadora de los primeros sábados de mes. Concretando más su deseo, en 1925, se volvió a aparecer a Lucia, en religión, Sor María del Corazón Inmaculado, en la Orden del Carmen, y le dijo:

—Mira, hija mía, mi Corazón, todo punzado de espinas, que los hombres en todo momento le clavan con sus blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme, y haz saber que yo prometo asistir en la hora de la muerte, con las gracias necesarias para la salvación eterna, a todos aquellos que en los primeros sábados de cinco meses consecutivos confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen la tercera parte de  Rosario y me hagan compañía durante un cuarto de hora, meditando en los quince misterios del Santo Rosario, con Intención de darme reparación.

Esta es la que se llama la Gran Promesa del Corazón de María. Para merecerla, hay que observar las condiciones que se dignó poner la misma Virgen Inmaculada. 
Son éstas:

1. Confesión, la cual puede hacerse durante los ocho días que preceden o siguen al primer sábado, con tal que la Sagrada Comunión se haga en estado de gracia.

2. Comunión sacramental en reparación de los pecados cometidos contra el Señor y de las blasfemias e ingratitudes con que se ofende al Inmaculado Corazón de María.

3. Rezar la tercera parte del Rosario, es decir, cinco decenas en un mismo día.

4. Meditar durante un cuarto de hora, en ayuno uno o varios de los misterios del Rosario, haciendo compañía a la Santísima Virgen.

Tiene esta promesa gran semejanza con la del Sagrado Corazón de Jesús a los que comulgan los nueve primeros viernes de mes consecutivos.

Practiquémosla muchas veces durante la vida para hacernos así acreedores a este regaladísimo favor de nuestra Madre del Cielo.


Reflexión

El sábado es el día de María. Aparentemente, ésta costumbre se origina en la sensación que tenían los cristianos de que sólo María creía firmemente en la resurrección de Cristo de entre los muertos después de que el cuerpo de Jesús fuera colocado en la tumba el sábado santo. Todos los demás discípulos estaban consternados, y con suerte, confundidos por la promesa de Jesús de que resucitaría de entre los muertos. Sólo María permaneció fiel en su fe. Es precisamente esa fe, la que la Iglesia honra todos los sábados del año.

San Juan Pablo II, explicaba en su mensaje durante una Audiencia General, que María fue probablemente la primera de los discípulos en ver y abrazar al Señor resucitado:

“Más aún, es legítimo pensar que verosímilmente Jesús resucitado se apareció a su madre en primer lugar. La ausencia de María del grupo de las mujeres que al alba se dirigieron al sepulcro (cf. Mc 16, 1; Mt 28, 1), ¿no podría constituir un indicio del hecho de que Ella ya se había encontrado con Jesús? Esta deducción quedaría confirmada también por el dato de que las primeras testigos de la resurrección, por voluntad de Jesús, fu ero n las mujeres, las c u a l e s permanecieron fieles al pie de la cruz, y por tanto, más firmes en la fe. 
En efecto, a una de ellas, María Magdalena, el Resucitado le encomienda el mensaje que debía transmitir a los Apóstoles (cf. Jn 20, 17-18). Tal vez, también éste dato permite pensar que Jesús se apareció primero a su Madre, pues ella, fue la más fiel y en la prueba conservó íntegra su fe.
Por último, el carácter único y especial de la presencia de la Virgen en el Calvario y su perfecta unión con su Hijo en el sufrimiento de la Cruz, parecen postular su participación particularísima en el misterio de la Resurrección” (21 de mayo de 1997).
Las Escrituras nos refieren que luego de que Cristo ascendiera a los cielos, María permaneció con los Apóstoles en espera de la venida del Espíritu Santo (Hechos 1:14). Ella se encontraba con los Doce en Pentecostés, y con ellos, recibió el Espíritu Santo. 
Los Doce recibieron el Espíritu para su tarea de predicar el Evangelio y bautizar a la gente de todas las naciones. María recibió el Espíritu Santo para su misión de madre de los discípulos de Cristo. Hasta el fin del mundo, María, Madre de la Iglesia, ayudará a sus hijos a vivir según la fe, a difundir la fe y trabajar incansablemente por la conversión de todos los hombres a Cristo.

En su obra maestra, el Tratado de la verdadera devoción a María, San Luis de Montfort explica que María, asunta al Cielo, comparte la fe con sus hijos en la tierra:

“La Santísima Virgen te hará partícipe de su fe. La cual fue mayor que la de todos los patriarcas, profetas, apóstoles y todos los demás santos. Ahora que reina en los cielos, no tiene ya esa fe, porque ve claramente todas las cosas en Dios por la luz de la gloria. Sin embargo, con el consentimiento del Señor, no la ha perdido al entrar en la gloria: la conserva para comunicarla a sus fieles en la Iglesia peregrina. Por lo mismo, cuanto más te granjees la benevolencia de esta augusta Princesa y Virgen, tanto más reciamente se cimentará toda tu vida en la fe verdadera” (nº 214).
Los católicos de hoy en día necesitamos que María nos fortalezca; para mantenernos firmes en la lucha, para proteger la   vida humana desde la concepción hasta la muerte natural y para preservar la libertad y la educación religiosa que ella, elegida por Dios para aplastar la cabeza de la serpiente (Gen 3:15), consiga la renovación de la fe y el celo apostólico en nuestra tierra a través de la obra de los católicos entregados al Evangelio.

Oración

Señor, concédenos a cuantos servimos bajo el estandarte de María, la plenitud de fe en Ti y confianza en Ella, a las que se ha concedido la conquista del mundo. Concédenos una fe viva, que, animada por la caridad, nos habilite para hacer todas nuestras acciones por puro amor a Ti, y a verte y servirte en nuestro prójimo; una fe firme e inconmovible como una roca, por la cual estemos tranquilos y seguros en las cruces, afanes y desengaños de la vida; una fe valerosa, que nos inspire comenzar y llevar a cabo sin vacilación, grandes empresas por tu Gloria y por la salvación de las almas; una fe que sea la Columna de Fuego que nos guíe, que hasta el fin nos lleve unidos, que encienda en todas partes el fuego de tu amor, que ilumine a aquellos que están en oscuridad y sombra de muerte, que inflame a los tibios, que resucite a los muertos por el pecado; y que guíe nuestros pasos por el Camino de la Paz, para que, terminada la lucha de la vida, todos los hijos de María se reúnan sin pérdida alguna en el reino de tu amor y gloria. Amén.
(Adaptación del Tessera de la Legión de María.) 



ORACION FINAL

¡Oh Dios!, cuyo Unigénito con Su vida, muerte y resurrección nos ha merecido el premio de la eterna salvación: Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Rosario de la Santísima Virgen María, imitemos los ejemplos que contienen y consigamos los bienes que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.


JACULATORIA

¡Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!