18_05_12

NOVENA NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, Día 9



DIA NOVENO 

Consideración

MEDIACIÓN UNIVERSAL DE MARÍA

Llegó el término de sus días en este mundo y la Virgen Gloriosa, entrando triunfante en la Patria C e l e s t e, f u e a través de las j e r a r q u í a s bienaventuradas de los coros angélicos, sublimada hasta el Trono de la Trinidad Beatísima, la cual, ciñéndole la frente de una triple corona, la presentó a la Corte Celestial, sentada a la derecha del Rey Inmortal de los siglos, Coronada Reina del Universo. (Pio XII en la Coronación de la Virgen de Fátima. 13 de mayo de 1946).
 ¡Cuántas gracias no podrá alcanzarnos de Dios esta potentísima Señora y Madre nuestra! San Bernardino de Sena, la llama la Tesorera del Cielo y dice que distribuye sus riquezas como quiere, a quienes quiere y cuando quiere. Omnipotencia suplicante y acueducto de todas las gracias la llaman los Santos Padres.
Y en verdad, porque si el manantial de esos bienes y favores es Dios Nuestro Señor, el caño de oro por donde llegan hasta nosotros es el Corazón maternal y bondadoso de María. Argumento palmario de su mediación universal, es el mensaje de Fátima.
En la tercera aparición aconsejaba a los pequeños videntes el rezo cotidiano del Santo Rosario para alcanzar el fin de la guerra, ya que la intercesión de la Santísima Virgen puede únicamente conceder a los hombres esta gracia, palabras que parecen confirmar la doctrina de este consolador misterio.
Recurramos a María en nuestras necesidades espirituales y temporales. Pidámosle humildes y confiados, que su poderosa intercesión no sea vana y estéril para nosotros; que regenere ahora nuestras almas con la gracia para que después nos abra, al salir de este destierro, las puertas de la eterna bienaventuranza.




Lección Histórica

LA CONSAGRACIÓN AL INMACULADO CORAZON DE MARÍA

La Santísima Virgen, pidió a los videntes de Fátima la consagración del mundo a su Inmaculado Corazón como medio de acelerar la paz y la conversión de Rusia. Se prevén luchas y persecuciones, pero se anuncia como cierto el triunfo del Corazón Inmaculado. Felizmente el Papa ha realizado la petición de Nuestra Señora y Madre consagrando el género humano a su Inmaculado Corazón el 31 de octubre de 1942 en su radio mensaje a Portugal, consagración renovada solemnísimamente en la tarde del día 8 de diciembre del mismo año en la Basílica del Príncipe de los Apóstoles. Siguiendo el ejemplo del Papa, numerosos Prelados han consagrado ya sus propias diócesis, y son muchas las Ordenes, Congregaciones Religiosas, Comunidades, Parroquias, Cofradías, Colegios y Centros de Acción Católica que renuevan la consagración.
Estas consagraciones en común suponen nuestra consagración privada, con la cual nos entregamos nosotros mismos y todas nuestras cosas al Purísimo Corazón de María, y los frutos de esta consagración  
serán siempre más abundantes si la renovamos con frecuencia, porque constituirá un despertador poderoso que nos traerá a la memoria los compromisos contraídos con nuestra Santísima Madre.
En medio de la angustiosa incertidumbre que se cierne sobre el mundo, levantemos el corazón hacia Ella y no dejará de venir en auxilio nuestro, intercediendo por nosotros cerca de la Divina Misericordia.




Reflexión

En sus homilías de Nuestra Santísima Madre, San Francisco de Sales predicaba que María fue perfectamente una con Cristo en el Calvario en la adoración de Jesús al Padre. Ella ofreció amorosamente a Jesús al Padre y ofreció su sufrimiento por sus hijos. El Santo nos dice que María hubiera muerto con Cristo en el Calvario de no haber sido porque su Hijo se lo impidió. Jesús quería que ella se quedara más tiempo con la Iglesia en la tierra después de su ascensión al Cielo y compartiera más tarde la muerte de Él por amor.
Cuando llegó el tiempo querido por Dios, María murió de muerte natural, pero esa muerte fue un acto consciente de adoración en el amor. La Madre de Dios ansiaba con todo su ser estar con Jesús en el Reino. Cuando llegó la hora de la muerte, Ella se ofreció como se había ofrecido Jesús al Padre al morir. Encomendándose al abrazo de Dios, María, encendida con el Espíritu Santo, transformó su muerte en un acto de amor al Padre: un acto eucarístico de adoración en Cristo, por Cristo y con Cristo.
Preservada de la corrupción de la tumba, María fue elevada de entre los muertos por Cristo y fue llevada, en cuerpo y alma, a la Gloria del Cielo. En 1950, el Papa Pío XII definió solemnemente que la Asunción de María es parte integral de la Revelación cristiana: “Por la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y nuestra, proclamamos, declaramos y definimos ser dogma divinamente revelado. Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue asunta en cuerpo y alma a la Gloria Celestial”. 
La dormición de María, es decir, su muerte, resurrección y asunción a la Gloria, son una fuente de esperanza para los cristianos que creemos en la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Los Padres del Concilio Vaticano II nos enseñaron: La Madre de Jesús, de la misma manera que, glorificada ya en los Cielos en cuerpo y en alma, es imagen y principio de la Iglesia que habrá de tener su cumplimiento en la vida futura, así en la tierra precede con su luz al peregrinante Pueblo de Dios como signo de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor (Lumen Gentium, 68). Desde su lugar en el Cielo, María intercede con Cristo y a través de Cristo por todas las necesidades de sus hijos en la tierra.


Oración

María, Madre de Dios y nuestra querida Madre, quédate con nosotros en la hora de nuestra muerte. Ayúdanos a comprender que, al morir por nosotros, tu Hijo transformó la muerte en un acto de adoración al Padre, un momento sagrado de pasaje de esta vida a la otra; en el momento que sólo Dios dispone. Fortalecidos por los sacramentos de la Iglesia, ayúdanos a morir como tú, en un acto de amor y ofrecimiento de la propia persona por la salvación de los demás. Madre Santa, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. 



ORACION FINAL

¡Oh Dios!, cuyo Unigénito con Su vida, muerte y resurrección nos ha merecido el premio de la eterna salvación: Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Rosario de la Santísima Virgen María, imitemos los ejemplos que contienen y consigamos los bienes que prometen. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

JACULATORIA

¡Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!




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