17_04_10

ESCLAVITUD DE AMOR A MARIA DIA 3 DE LA PRIMERA SEMANA


Preparación consagración a la Santísima Virgen.


Consideraciones sobre el Avemaría, encaminadas al conocimiento propio





Composición de lugar. La Virgen Santísima lavando y curando las llagas de nuestra alma, como se le presentó al Padre Alonso Exquerra, S. J.

Petición. Conocimiento profundo de mis pecados y miserias, para que me persuada de la necesidad que tengo de ponerme del todo en manos de Nuestra Señora.

Punto I. “Llena eres de gracia”. La Virgen Santísima es (está, estuvo y estará siempre) llena de gracia santificante, más que todos los ángeles y santos; y llena de toda suerte de gracias actuales, su entendimiento siempre lleno de divina luz, su voluntad siempre movida a heroicas virtudes.

Y yo estuve lleno de pecados, y estoy todavía lleno de las hediondas llagas que ellos dejaron en mi alma; lleno de aficiones desordenadas, de obscuridad en el entendimiento, de torpeza en la voluntad, y estaré tal vez muy expuesto a nuevas y mayores caídas; tanto más cercano a ellas cuanto mi soberbia me hace creer que estoy más lejos.

P. II. “El Señor es contigo”. El Señor estuvo con su Madre, más que con ninguna criatura, ya presente en sus purísimas entrañas, corporalmente, ya unido a su alma, por contemplación altísima, que, según parece, ni aun durante el sueño se interrumpía.

Y yo, ¡cuánto me he alejado de Dios con mis pecados y cuánto me he expuesto a estar de Él apartado para siempre! Y aun ahora, ¡qué poco disfruto de su presencia! Aunque, según espero en su bondad, estará presente en mi alma por la gracia de este divino sol, las nubes que levantan en ella mis pasiones no me lo dejan ver.

P. III. “Bendita tú eres entre todas las mujeres”. ¡De cuántos dones de Dios, de cuántas bendiciones está llena la Santísima Virgen y cuán bien ha sabido aprovecharlas!

Y yo ¡cuán pobre ando de bienes sobrenaturales y cuán mal sé aprovechar los que tengo! ¡Desventurado entre los hombres, como Ella bendita entre las mujeres; que tal vez los más desventurados y pecadores serían mejores que yo, si tuvieran los dones que yo tengo; aunque el Señor no me haya dado tantos como quisiera, porque ve lo mal que correspondo! ¿Qué sería de este siervo inútil, que esconde su exiguo talento, si no le valiera la intercesión de Nuestra Señora?

P. IV. “Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús”. ¡Qué dichoso fruto nos trajo la Virgen Santísima, fruto de salvación y de vida para el mundo entero! ¡Y yo cuán poco fruto he logrado para la divina gloria y para bien de mis prójimos! ¡Cuán estériles son mis trabajos, por falta de aliento sobrenatural, que los vivifique!

Después de ver en cada una de estas consideraciones mi fealdad y miseria, que resalta más, contrapuesta a la hermosura y riqueza de mi Soberana, me arrojaré a sus pies, parafraseando en fervoroso coloquio la última parte del Avemaría, insistiendo, sobre todo, en el “ruega por nosotros, pecadores”. Ruega por mí, pecador, para que “sienta interno conocimiento de mis pecados y aborrecimiento de ellos”. Para que penetre con íntimo sentimiento “el desorden de mis operaciones” y aborreciéndolo “me enmiende y ordene”. No permitas, Señora, que un siervo tuyo desdore el honor de tu casa con tales pecados y tal desorden; por tu limpieza inmaculada, por el horror que al pecado tienes, por la compasión maternal que el pecador te inspira, intercede con el Padre para que me presente a Él con la pureza que a un esclavo tuyo conviene.







ESCLAVITUD DE AMOR A MARIA DIA 2 DE LA PRIMERA SEMANA


Preparación para la Consagración a la Santísima Virgen.


De los Pecados Propios





Composición de lugar. “Ver con la vista imaginativa y considerar mi ánima ser encarcelada en este cuerpo corruptible y todo el compósito (el hombre, el compuesto de cuerpo y alma) en este valle como desterrado entre brutos animales.”
Petición. “Crecido e intenso dolor y lágrimas de mis pecados.”

Punto I. “El primer punto es el proceso de los pecados, es a saber, traer a la memoria todos los pecados de la vida, mirando de año en año, o de tiempo en tiempo. Para lo cual aprovechan tres cosas: la primera, mirar el lugar y la casa donde he habitado; la segunda, la conversación que he tenido con otros, y la tercera, el oficio en que he vivido”.

P. II. “El segundo ponderar los pecados, mirando la fealdad y malicia que cada pecado mortal tiene en sí, dado que no fuese vedado.”
Es decir, aunque Dios no prohibiera ni castigara el pecado, debería horrorizarme de él porque me rebaja a la condición de los brutos, haciéndome esclavo de las pasiones. Y ¡cuán feos y brutales son singularmente algunos de los pecados que yo he cometido!

P. III. “El tercero, mirar quién soy yo, disminuyéndome por ejemplos: 1) cuánto soy en comparación de todos los hombres; 2) qué cosa son los hombres en comparación de todos los Ángeles y Santos del Paraíso; 3) mirar qué cosa es todo lo criado en comparación de Dios, pues yo solo, ¿qué puedo ser?; 4) mirar toda mi corrupción y fealdad corpórea; 5) mirarme como una llaga y postema, de donde han salido tantos pecados y maldades y ponzoña tan torpísima.”

P. IV. “El cuarto, considerar quién es Dios contra quien he pecado, según sus atributos, comparándolos a sus contrarios en mí, su sapiencia (sabiduría) a mi ignorancia, su omnipotencia a mi flaqueza, su justicia a mi iniquidad, su bondad a mi malicia.”

P. V. Si un esclavillo miserable escupiera y vilipendiara y aun quisiera matar a un gran monarca queridísimo de su pueblo, ¿no se alzarían contra él y querrían destrozarle todos los fieles vasallos? Pues ¿cómo vivo yo, habiendo injuriado con tantos pecados a Dios delante de todas las criaturas?

“Exclamación admirativa con crecido afecto, discurriendo por todas las criaturas cómo me han dejado con vida y conservado en ella: los Ángeles, como sean cuchillos de la justicia divina, cómo me han sufrido y guardado y rogado por mí; los Santos, cómo han sido en interceder y rogar por mí; y los cielos, sol, luna, estrellas y elementos, frutos, aves, peces, animales y la tierra, cómo no se ha abierto para sorberme, criando nuevos infiernos para siempre penar en ellos.”

Aterrado, pues, como si todo el mundo se alzara contra mí, he de arrojarme a los pies de la Santísima Virgen, Refugio y Abogada de los pecadores; he de esconderme como en único lugar seguro entre los pliegues de su manto; y he de declararme esclavo suyo para que por este título se me perdone. ¡Gracias a Ella me ha perdonado y esperado por tanto tiempo la infinita misericordia de Dios! Gracias a Ella espero que me perdonará en adelante.

“Acabar con un coloquio, razonando y dando gracias a Dios Nuestro Señor porque me ha dado vida hasta ahora, proponiendo enmienda con su gracia para adelante.”










ESCLAVITUD DE AMOR A MARIA DIA 1 DE LA PRIMERA SEMANA


  Preparación para la consagración a la Santísima Virgen.




Composición de lugar. “Ver con la vista imaginativa y considerar mi ánima ser encarcelada en este cuerpo corruptible y todo el compósito (el hombre, el compuesto de cuerpo y alma) en este valle como desterrado entre brutos animales.”

Petición. “Vergüenza y confusión de mí mismo, viendo cuántos han sido dañados (condenados) por un solo pecado mortal, y cuántas veces yo merecía ser condenado para siempre por mis tantos pecados.”

Punto I. “Traer en memoria el pecado de los ángeles: cómo siendo ellos criados” con tan excelentes potencias intelectuales, que no pueden compararse con las nuestras; con tanto poder natural que uno solo pudiera deshacer todo el mundo; “criados en gracia” y con tantos dones sobrenaturales y tanta hermosura que las Divinas Letras nos los representan en las delicias del paraíso, vestidos de piedras preciosas, como sapientísimo y hermosísimos príncipes: “No se queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia a su Criador y Señor, viniendo en soberbia”, por este solo y primer pecado de pensamiento “fueron convertidos de gracia en malicia”, de luceros de la corte celestial en carbones del infierno. ¡Y eran la tercera parte de los espíritus angélicos, que son numerosos como las estrellas del cielo, millones de millones!

“Traer en comparación de un pecado de los ángeles tantos pecados míos, y donde ellos”, por todos conceptos tan superiores a mí, “por un solo pecado”, y de pensamiento, y el primero que se cometía, “fueron al infierno”, sin que hubiera compasión ni tiempo de penitencia; “¡cuántas veces yo le he merecido por tantos” pecados de pensamiento, palabra y obra, cometidos después de tantos castigos y después de haber muerto por mí el Hijo de Dios! ¡Ay, Reina de Misericordia!, ¿qué fuera de mí, si tú no me hubieras amparado con tu poderosa intercesión? Y ¿qué será de mí, si tú no continúas siendo mi abogada?

P. II. Traer a la memoria cómo Adán y Eva, “siendo vedados que no comiesen del árbol de la ciencia y ellos comiendo y asimismo pecando, fueron lanzados del paraíso y vivieron sin la Justicia original que habían perdido toda su vida en muchos trabajos y mucha penitencia”. Todo esto por un solo pecado, menor acaso que los míos, y, lo que es todavía más, por este pecado “cuánta corrupción vino a todo el género humano, andando tantas gentes para el infierno”. De manera que de este solo pecado vinieron tantos males y todos los hombres del mundo perdieron su felicidad temporal y muchísimos su felicidad eterna. Tan gran castigo merece un solo pecado. Pues ¿qué merecerán tantos míos y cuánto debiera yo padecer?

P. III. Para mejor entender la gravedad y malicia del pecado mortal, considerémoslo en un hombre cualquiera, que haya cometido uno solo, aunque sea de los más ligeros y excusables; por ejemplo, en un niño pagano, que ha cometido un solo pecado mortal de pensamiento. Esto le bastará para arder eternamente en el infierno, si antes de morir no se arrepiente. Y eso a pesar de ser Dios infinita misericordia, que siempre castiga menos de lo que se merece. Y es que la malicia del pecado es muy grande “por ser contra nuestro Criador y Señor”.
Si, pues, yo he cometido, no uno, sino muchos pecados mortales, mucho más maliciosos e inexcusables, debería estar también en el infierno, donde acaso hay muchas almas que han cometido menos pecados y menores que los míos. Y, si tal vez no he tenido la desgracia de cometer ningún pecado mortal, habrá, a lo menos, en el infierno muchas almas que han menospreciado menos gracias que yo; y si yo no estoy allí será porque, a pesar de mi tibieza, el Señor, por un milagro de su misericordia, me ha apartado de la boca del abismo. ¿No será acaso por alguna pequeña devoción que he tenido a la Reina de los Ángeles?

P. IV. Pero la razón última por que a mí me ha perdonado el Padre de las Misericordias será siempre la muerte de su preciosísimo Hijo. En ella sí que he de mirar, sobre todo, los efectos del pecado: que si el Hijo de Dios sufre tan terrible y afrentosa muerte, es porque (como dijo Isaías) “puso en él su Padre las iniquidades de todos nosotros”. ¡Cuán horrenda cosa debe ser el pecado, cuando tanto permite Dios que sufran por él su Hijo inocentísimo, a quien ama con amor infinito, y su Madre Inmaculada, en quien se complace sobre todas las criaturas!

“Imaginando, pues, a Cristo Nuestro Señor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio cómo de Criador es venido a hacerse hombre y de vida eterna a muerte temporal, y así a morir por mis pecados. Otro tanto mirando a mí mismo, lo que he hecho por Cristo, lo que hago por Cristo y lo que debo hacer por Cristo; y así viéndole tal y así colgado en la cruz, discurrir por lo que se ofreciere.”

Y mirando también al pie de la cruz a la Dolorosa Madre, he de pensar cuántos dolores la han hecho padecer mis pecados y cuán generosamente ofrece sus sufrimientos por mí; y asimismo he de preguntarme “qué he hecho por María, qué hago por María, qué debo hacer por María”. Poco será hacerme esclavo, cuando Jesucristo se ha hecho esclavo y ha muerto como esclavo por mí.








ESCLAVITUD DE AMOR A MARIA PRIMERA SEMANA ORACIONES


ORACIONES





Durante la primera semana -dice el Santo- emplearán todas sus oraciones y ejercicios piadosos en pedir el conocimiento de sí mismo y todo lo harán con espíritu de humildad."

"A primera vista - escribe el Padre Lhoumeau-, este período parece confundirse con el precedente; porque ¿cómo vaciarse del espíritu del mundo, sin examinarse y conocerse a sí mismo? Pero mirémoslo más de cerca y veremos cómo los ejercicios de esta semana nos hacen dar un paso adelante, bien que sin salir aún de la vía purgativa." No tratamos ya sólo de convertirnos a Dios, apartándonos del espíritu del mundo, sino de alcanzar la perfección por el seguro camino de la humildad, comenzando por conocernos a nosotros mismos, por palpar nuestra impotencia y nuestra niñez para obligarnos a que nos arrojemos en brazos de nuestra Madre, en quien nos podremos apoyar seguros, para no desvanecernos, con el desaliento al mirar al profundo abismo de nuestras miserias.

Oraciones vocales. Letanías al Espíritu Santo.

ORACIONES DE LA PRIMERA SEMANA

Letanías al Espíritu Santo

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo, ...
Dios, Espíritu Santo, ...
Trinidad Santa, un solo Dios, ...
Espíritu, que procedes del Padre y del Hijo, ...
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación incubando las aguas las
   fecundaste, ...

Espíritu por cuya inspiración hablaron los santos hombres de Dios, ...
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, ...
Espíritu que das testimonio de Cristo, ...
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ...
Espíritu que fecundas a María, ...
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ...
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ...
Espíritu de sabiduría y entendimiento, ...
Espíritu de consejo y fortaleza, ...
Espíritu de ciencia y piedad, ...
Espíritu de temor del Señor, ...
Espíritu de gracia y misericordia, ...
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad, ...
Espíritu de fe, esperanza, amor y paz, ...
Espíritu de humildad y castidad, ...
Espíritu de benignidad y mansedumbre, ...
Espíritu de gracia multiforme, ...
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios, ...
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables, ...
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ...
Espíritu en el cual renacemos, ...
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones, ...
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ...
Espíritu que apareciste sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego,...
Espíritu del que los apóstoles quedaron henchidos, ...
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres, ...

Senos propicio, perdónanos, Señor.
Senos propicio, escúchanos, Señor.

De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, ...
De las tentaciones e insidias del diablo, ...
De toda presunción y desesperación, ...
De la resistencia a la verdad conocida, ...
De la obstinación y de la impenitencia, ...
De la impureza de la mente y del cuerpo, ...
Del espíritu de fornicación, ...
De todo espíritu malo, ...
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, ...
Por la concepción de Jesús, hecha por tu operación, ...
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, ...
Por tu advenimiento sobre los discípulos, ...
En el día del juicio, ...
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, así como vivimos por el Espíritu obremos también por el
    Espíritu, ...

Para que, recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo
    profanemos, ...
Para que, viviendo según el espíritu, no accedamos a los deseos de la
    carne, ...

Para que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne, ...
Para que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios, ...
Para que seamos solícitos en guardar la unidad de espíritu en el vínculo de
    la paz, ...

Para que no creamos a todo espíritu, ...
Para que sepamos discernir los espíritus, si son o no de Dios, ...
Para que renueves en nosotros el espíritu de rectitud, ...
Para que nos confirmes por tu espíritu soberano, ...
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nos.

OREMOS: Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

ESCLAVITUD DE AMOR A MARIA DIA 12


(Repetición de las meditaciones anteriores.)






Composición de lugar. La de San Ignacio en la meditación del pecado, “considerar mi ánima ser encerrada en este cuerpo corruptible, y todo lo compósito (todo el hombre, alma y cuerpo), en este valle, desterrado entre brutos animales”.

Petición. Sentimiento de horror al mundo, que me impulse a huir de él para arrojarme en brazos de María Santísima.

Repasando en conjunto las meditaciones pasadas, cada uno se fijará en los puntos que más le han movido para volver a saborearlos, o bien en los que no le han movido para ver si le mueven ahora.

Punto I. En qué consiste el espíritu del mundo. Véase la meditación del día 2: las tres concupiscencias.

P. II. Cuán miserables son los bienes del mundo. Véase la meditación del día 3 (miserias del mundo) y 4 (muerte).

P. III. Cuántos males se siguen de entregarse a los goces del mundo. Véanse las meditaciones del juicio, del infierno y del purgatorio. Añádase si se quiere la consideración de los males que aun en esta vida traen los goces del mundo, inquietudes, remordimientos, etc.

P. IV. Bienes que se siguen de apartarse del espíritu del mundo. Véase la segunda parte de la meditación del día 3 (felicidad de la vida mariana) y las meditaciones de la gloria y la eternidad.








ESCLAVITUD DE AMOR A MARIA DIA 11


La Gloria del Paraíso







Composición de lugar. Ver la Ciudad de Dios, como la describe San Juan (Apoc 12), iluminada por la claridad de Dios y del Cordero, semejante a las piedras preciosas, al jaspe y al cristal.

Petición. Sentimiento interno de los goces del cielo que me ponga hastío de los placeres del mundo y deseo de seguir a Nuestra Señora por el camino de la Santa Esclavitud.

Punto I. ¡La Jerusalén celestial, la ciudad de Dios, la corte divina! ¿Quién podrá entender su grandeza, riqueza y hermosura, aunque con la fantasía junte en un lugar todo lo grande, rico y hermoso que hay en este mundo? Si aun en este lugar de destierro puso Dios tantas cosas que nos parecen hermosísimas, ¿qué será aquella ciudad santa que fundó el Altísimo sólo para regalo de los que ama?

Y ¿qué será gozar de la compañía de todo lo mejor que ha habido en el mundo, tratar como amigos y hermanos a los hombres más grandes y santos que ha habido en la tierra y a los mismos ángeles? ¿Qué abrazos daremos a los santos de nuestra devoción? ¿Con qué cariño besaremos la mano de San José? ¿Qué cosas nos contará el Ángel de la Guarda de la paternal providencia con que el Señor ha enderezado toda nuestra vida?

Pero sobre todo esto, ¿qué será ver a la Reina de los Ángeles? Y ¿qué será estrecharla en nuestros brazos?... Atrevámonos a esperarlo así; que no puede negarnos este favor la que es nuestra Madre. Si tan dulce es acordarse de Ella en la oscuridad del destierro, ¿qué será estrecharla en la intimidad de la patria? Y ¿qué será cuando ella ponga en nuestros brazos a Jesús, fruto bendito de su vientre?... Y todo esto aun es nada en comparación de la dicha de ver y poseer a Dios y eternamente gozarle...

P. II. Veamos cómo la Santísima Virgen explica a su sierva la Venerable Agreda, conforme a la doctrina común de los teólogos, los goces del cuerpo y del alma en la patria celestial.

“Para que ahora, ayudada del discurso, pueda rastrear algo de la gloria de Cristo, mi Señor, de la mía, y de los Santos, discurriendo por los dotes del cuerpo glorioso, te quiero proponer la regla por donde en esto puedas pasar a los del alma. Ya sabes que éstos son visión, comprensión y fruición. Los del cuerpo son los que dejas repetidos, claridad, impasibilidad, sutilidad y agilidad.

A todos estos dotes corresponde algún aumento por cualquiera obra meritoria, que hace el que está en gracia, aunque no sea mayor que mover una pajuela por amor de Dios, y dar un jarro de agua. Por cualquiera de estas mínimas obras granjeará la criatura, para cuando sea bienaventurada, mayor claridad que la de muchos soles. Y en la impasibilidad se aleja de la corrupción humana y terrena más de lo que todas las diligencias y fuerzas de las criaturas pueden resistirla, y apartar de sí lo que las puede ofender y alterar. En la sutilidad se adelanta para ser superior a todo lo que le puede resistir, y cobra nueva virtud sobre todo lo que quiere penetrar. En el dote de la agilidad le corresponde a cualquiera obra meritoria más potencia para moverse que la tienen las aves, los vientos, y todas las criaturas activas, como el fuego y los demás elementos para caminar a sus centros naturales.

Por el aumento que se merece en estos dotes el cuerpo entenderás el que tienen los dotes del alma, a quien corresponden y de quien se derivan. Porque en la visión beatífica adquiere cualquier mérito mayor claridad y noticias de los atributos y divinas perfecciones que cuanto han alcanzado en esta vida mortal todos los doctores y sabios que ha tenido la Iglesia. También se aumenta el dote de la comprensión, o tensión del objeto divino; porque de la posesión y firmeza con que se comprende aquel Sumo e Infinito Bien se le concede al justo nueva seguridad y descanso más estimable que si poseyera todo lo precioso y rico, deseable y apetecible de las criaturas, aunque todo lo tuviera por suyo sin temer perderlo.

En el dote de la fruición, que es el tercero del alma, por el amor con que el justo hace aquella pequeñuela obra, se le concede en el cielo por premio grados de amor fruitivo excelentes: que jamás llegó a compararse con este aumento el mayor afecto que tienen los hombres en la vida a lo visible; ni el gozo que de él resulta tiene comparación con todo el que hay en la vida mortal.”

P. III. ¿Cuál es el camino para subir a esta ciudad de las eternas delicias? No hay más que uno: el que nos enseñó Jesucristo: el camino real de la santa cruz. Áspero, duro y peligroso y por todas partes difícil para quien quiere andarle solo; pero llano y suave, seguro y perfecto para quien le anda en compañía de la Virgen Nuestra Señora, entregándose a Ella para ser  siempre su esclavo. ¡Dichosa esclavitud, por la que tan fácilmente alcanzamos la libertad eterna!

Terminemos saboreando en dulce coloquio la Salve, que es el cantar de los desterrados que suspiran por el cielo.









ESCLAVITUD DE AMOR A MARIA DIA 10


Eternidad






Composición de lugar. Figurarse que la Santísima Virgen me lleva de la mano a un monte muy alto, desde donde miro todas las cosas de abajo muy pequeñas.

Petición. Sentimiento interno de la eternidad, que acabe de despegarme del espíritu del mundo para unirme a María.

Punto I. Procuremos figurarnos lo que es la eternidad para que nuestra misma imaginación se impresione con esta idea. Si cada siglo se destruyera un astro, calculemos cuántos siglos habrían de pasar para que se destruyeran todos. Si pasados todos esos millares de siglos arrastrara una hormiga un grano de arena y pasados otros tantos millares de siglos volviera a arrastrar otro grano, ¿cuántos siglos pasarían hasta arrastrar todas las arenas de una playa y aun toda la tierra del mundo? Pues, pasado todo este tiempo y mil veces más, no se habrán acabado los tormentos del infierno ni los goces del paraíso.

¿Qué locura será estimar tanto las cosas de este mundo, que tan pronto se pasan, en comparación de lo que siempre dura? ¿No tendríamos por loco al que sacrificara la felicidad de una larga vida por el goce de unos momentos? ¿No nos admiramos de Esaú, que trueca la primogenitura por un plato de lentejas?

P. II. “El tiempo es breve; la vida, en comparación de la eternidad, es nada.”

“Resta, pues, que los que tienen mujeres vivan como si no las tuvieran, los que lloran como si no lloraran, los que compran como si no poseyeran, los que usan de (las cosas de) este mundo como si no usaran (de ellas); porque la figura de este mundo pasa”; es como una comedia, que en seguida se acaba y no vale la pena de tomarlo en serio. El hombre que se acostumbra a pensar en la eternidad se ríe del interés con que toman los hombres del mundo los negocios, como se ríen las gentes formales de los juegos de los niños. ¿Qué importan todos los placeres y todos los dolores, todas las glorias y todas las afrentas del mundo miradas desde las alturas de la eternidad?

“No he nacido para las cosas de este mundo, sino para las eternas.” Con esta máxima templó su alma heroica el Benjamín de María, San Estanislao. Con esta idea se forman todos los hombres espirituales y por eso reflejan en toda su vida no sé qué del otro mundo que les hace aparecer como ángeles, con la serenidad imperturbable de quien aquí nada teme y nada espera, mansamente enérgicos y constantes, con la majestad propia de los hijos de Dios.

P. III. La Virgen Santísima tiene en sus manos las llaves de la eternidad, como esposa y madre del Rey inmortal de los siglos. ¿Quién, al contemplarla llena de tanta majestad, no tiene por gran gloria ser esclavo? ¿Quién no se ofrece gustoso a su servicio, sabiendo que es eterno su reinado y quien se una a Ella no puede perecer? “Los que me hallaren hallarán la vida y los que me ilustraren tendrán vida eterna”.

La esclavitud de María, desatándonos de todas las cosas del mundo, imprimirá en nuestra alma ese sello de grandeza propio de los hombres de la eternidad.



17_04_09

ESCLAVITUD DE AMOR A MARIA DIA 9


El Purgatorio







Composición de lugar. Una inmensa caverna llena de llamas, las almas como en cuerpos de fuego; la Virgen Nuestra Señora, dándoles la mano para salir.

Petición. Temor de la Justicia Divina, que nos despoje de los resabios del espíritu del mundo, para entregarnos del todo a la Santísima Virgen.

Punto I. Acerca del purgatorio, la fe sólo nos dice que existe este lugar de expiación para las almas que han muerto en gracia, sin satisfacer toda la pena debida a sus pecados y que estas almas pueden ser aliviadas de sus penas por los sufragios de los fieles y sobre todo por el aceptable sacrificio del Altar. Los teólogos dicen también que en este lugar hay fuego, aunque es lo más probable que no todas las almas pasan por él; y convienen a lo menos en que hay penas en el purgatorio más terribles que todas las de este mundo. Varios Santos Padres aseguran que son mayores estas penas que todos los tormentos de los mártires juntos; y muchos teólogos, y tan autorizados como Santo Tomás y Escoto, llegan a decir que la más pequeña pena del purgatorio es mayor que todas las del mundo. Y aunque esto último no sea más que probable, ¿no es locura exponerse a la probabilidad de pasar por tales penas por faltas que tan fácilmente pudiéramos evitar? ¿Cometeríamos esas faltillas si fuera probable que por ellas nos hubiera de salir un cáncer u otra dolorosa enfermedad?

Cuánto durarán estas penas no lo sabemos; muchas revelaciones particulares (tan bien comprobadas algunas que no parece se puede acerca de ellas dudar) inducen a creer que por leves faltas se padece largo purgatorio.

Y dado que no pasemos por la pena de fuego, harto terrible es la de daño, aunque ahora no acertemos a entenderla. Santa Teresa, que había padecido tantas enfermedades, decía que todas ellas no eran comparables con la pena, que sentía aun en este mundo, por la ausencia de Dios. Pues, ¿qué será la que allá sientan aquellas almas, cuando, alejadas ya de todo cuanto en la vida podía distraerlas, concentran en Dios todos sus anhelos; con ese ímpetu terrible que tiene la voluntad humana cuando se lanza en alas de la pasión; con esa fuerza que tantas veces la arrastra en este mundo a la desesperación y al suicidio?
¡Ay, cuánto hemos de llorar la pereza que ahora sentimos en romper las cadenas, o las redecillas, con que el mundo nos ata las alas del alma para que no volemos a ese sumo y único bien! ¡Oh Señora queridísima, rompednos esas cadenas!

P. II. La Santa Esclavitud alivia sobremanera las llamas del purgatorio. Primero alivia las penas de nuestros prójimos, porque al poner nosotros en manos de la Santísima Virgen nuestros tesoros espirituales Ella los distribuye entre aquellas almas, tal vez ligadas a nosotros por sagrados vínculos. Después aliviará también nuestras penas porque no podrá menos de pagarnos bien Nuestra Señora la generosidad con que nos hemos despojado de todas nuestras satisfacciones para enriquecerla a Ella.

Por otra parte, esta perfecta consagración a Jesús por María nos obliga a vivir con más cautela, como quien vive en presencia de nuestra Señora, nos estimula a hacer mejor nuestras obras, como quien las hace por Ella, nos libra de multitud de faltas, de las que tal vez no hacíamos antes caso; y así por varios modos se disminuye la leña, la paja y el heno de que se ceban aquellas llamas purificadoras.

Preparemos, pues, ahora nuestras almas a una consagración verdadera y completa, purificándolas de todas sus manchas para que sean templo de María Inmaculada; y si esto hacemos, poco encontrará que purificar en ellas la Divina Justicia con el fuego del purgatorio.


Y “tú, inmaculadísima morada de la luz, arroja pronto las tinieblas de mi alma”. (San José Himnógrafo.)