18_03_19

ACTO DE CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A SAN JOSÉ


PARA CONSAGRARSE COMO ESCLAVO DE CONFIANZA AL CASTO CORAZÓN DE SAN JOSÉ 


San José, mi padre y señor, tú que fuiste guardián fiel del Hijo de Dios y de su Madre Santísima; la Virgen María, alcánzame del Señor la gracia de un espíritu recto y de un corazón puro y casto para servir siempre mejor a Jesús y María. Amén.


Oración de San Juan XXIII

¡San José, guardián de Jesús y casto esposo de María, tu empleaste toda tu vida en el perfecto cumplimiento de tu deber. Tu mantuviste a la Sagrada Familia de Nazaret con el trabajo de tus manos. Protege bondadosamente a los que se vuelven confiadamente a ti. Tu conoces sus aspiraciones y sus esperanzas. Ellos se dirigen a ti porque saben que tu los comprendes y proteges. Tu también supiste de pruebas, cansancio y trabajo. Pero, aun dentro de las preocupaciones materiales de la vida, tu alma estaba llena de profunda paz y cantó llena de verdadera alegría debido al íntimo trato que gozaste con el Hijo de Dios que te fue confiado a ti a la vez a María, su tierna Madre. Amén.






DÍA DE LA CONSAGRACIÓN

ACTO DE CONTRICIÓN

¡Oh, Dios Omnipotente!, arrepentido por las muchas culpas que he cometido contra tu divina majestad en este día, vengo a solicitar de tu misericordia infinita tu generoso perdón. Por la valiosa intercesión del Santísimo Patriarca Señor San José te suplico humildemente que me concedas nuevas gracias para servirte y amarte, a fin de que después de haber combatido denodadamente en esta vida, tenga la dicha de alcanzar el galardón eterno a la hora de la muerte. Así sea.




ACTO DE CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO
A SAN JOSÉ


¡Oh glorioso San José, dignísimo esposo de la Madre de Dios, Padre putativo del Verbo encarnado y protector fiel de las almas que recurren a Vos!  ¡Oh incomparable San José! digno, entre todos los santos, de ser venerado, amado e invocado por la excelencia de vuestras virtudes, la eminencia de vuestra gloria y el poder de vuestra intercesión.  Yo, indigno de ser vuestro siervo, pero atraído por vuestra bondad, vengo a consagrarme enteramente y para siempre a Vos. En la presencia, pues, de la augusta Trinidad, de Jesús vuestro Hijo, de María, vuestra esposa y mi tierna Madre, y en presencia de toda la corte celestial me consagro a Vos, ¡oh mi bondadoso San José! y me entrego a Vos como a mi Padre; os elijo por mi guía, para que, a vuestro ejemplo, me hagáis hacer vida interior, que es la vida propia de un verdadero cristiano. Me consagro a Vos y os tomo por modelo en el cumplimiento de todos mis deberes; quiero  cumplirlos con humildad y dulzura como Vos. Os tomo, amable San José, por mi consejero, mi confidente y mi protector en todos mis trabajos y penas, que soportaré como vos con paciencia y resignación. En todo seré feliz bajo vuestro amparo, y para merecerlo os consagro mi alma, mi corazón, mi cuerpo y sus sentidos, y todas mis acciones; en vuestras manos pongo mis penas y trabajos, mis gozos y alegrías, todos los momentos de mi vida, y sobre todo aquel de cual depende mi eternidad. Recibidme por vuestro siervo, ¡oh Santo Patriarca! Aceptadme por esclavo vuestro, y ejerced en mí toda vuestra autoridad: sed mi esperanza y mi refugio en todas mis necesidades, y mi apoyo en todos los sinsabores de mi vida.  Asistidme, especialmente en la hora de mi muerte, y hacedme digno de entrar en la patria de los justos. Amén.


  ¡Oh Jesús! dadme al justo San José por padre como me disteis a Santa María por madre. Poned en mi corazón la devoción, la confianza, el amor de un hijo hace este santo Patriarca.
 ¡Oh María! alcanzadme que honre y venere a vuestro virginal esposo, como Vos lo hacíais.
  ¡Oh Jesús! ¡Oh María! creo que mi plegaria ha sido oída, pues siento que mi devoción, mi confianza y mi amor hacia San José, que tanto os amó, se aumenta en mi corazón.
Haced que, imitando a este excelso Patriarca, viva y muera en vuestro santo amor. Amen.



Aquí se rezan 7 Padre Nuestros y 7 Ave Marías en honor de los dolores  y gozos del Señor San José.




  Por el Casto Corazón de San José 
a los Sagrados Corazones de Jesús y de María

¡Oh Corazón Casto de San José, por el Divino Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, os pido que toméis un especial cuidado por la santificación de mi alma. 
Os pido que Vos mismo seáis mi director, mi padre y mi modelo en la vida espiritual, y mi guía en el camino de la perfección; para que imitando vuestras virtudes, obtenga mi felicidad eterna. Amén




M E M O R A R E

Acordaos, ¡oh Castísimo Esposo de la Virgen María, San José, mi amable protector, que nunca se ha oído decir que ninguno de los que ha invocado vuestra protección o implorado vuestros auxilios, hayan quedado sin consuelo. Lleno de confianza en vuestro poder, llego a vuestra presencia, y me recomiendo con fervor!
¡Ah! No desdeñéis mis oraciones, oh vos, que ha­béis sido llamado padre del Redentor, sino escu­chadlas con benevolencia, y dignaos recibirlas favo­rablemente. Así sea.

Trescientos días de indulgencias (una vez por día) apli­cables a los difuntos. (Breve de N. S. P. el Papa León XIII.)



ORACIONES

Oh custodio y padre de vírgenes San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María. Por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

Haz, oh José, que nuestra vida transcurra tranquila y que siempre sea segura bajo tu patrocinio.

¡Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía!
¡Jesús, José y María, asistidme en vida y en mi última agonía!
¡Jesús, José y María, expire en paz con Vos el alma mía!


San José, mi padre y señor, tú que fuiste guardián fiel del Hijo de Dios y de su Santísima Madre, la Virgen María, alcánzame del Señor la gracia de un espíritu recto y de un corazón puro y casto para servir siempre mejor a Jesús y a María. Amén.




Súplica a San José

José dulcísimo y Padre amantísimo de mi corazón, a ti te elijo como mi protector en vida y en muerte; y consagro a tu culto este día, en recompensa y satisfacción de los muchos que vanamente he dado al mundo, y a sus vanísimas vanidades. Yo te suplico con todo mi corazón que por tus siete dolores y goces me alcances de tu adoptivo Hijo Jesús y de tu verdadera esposa, María Santísima, la gracia de emplearlos a mucha honra y gloria suya, y en bien y provecho de mi alma. Alcánzame vivas luces para conocer la gravedad de mis culpas, lágrimas de contrición para llorarlas y detestarlas, propósitos firmes para no cometerlas más, fortaleza para resistir a las tentaciones, perseverancia para seguir el camino de la virtud; particularmente lo que te pido en esta oración (hágase aquí la petición) y una cristiana disposición para morir bien. Esto es, Santo mío, lo que te suplico; y esto es lo que mediante tu poderosa intercesión, espero alcanzar de mi Dios y Señor, a quien deseo amar y servir, como tú lo amaste y serviste siempre, por siempre, y por una eternidad. Amén.


Oración para todos los días

¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo. Sed mi abogado, especialmente en la hora de mi muerte, y alcánzame la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.


Jaculatoria. 

Bondadoso San José, Esposo de María, protegednos; defended a la Iglesia y al Sumo Pontífice y amparad a mis parientes, amigos y bienhechores.


La verdadera devoción a San José consiste esencialmente en la confianza ilimitada en la intercesión de este Santo Varón, en la imitación de sus virtudes y en el amor filial que se le profese. Ser su devoto quiere decir tratar de amar al Padre Celestial como él lo hizo; y poner la vida, los bienes y todos los actos del día bajo su paternal patrocinio.
Los que quieran ser fieles devotos del Padre Protector de la Iglesia, y verdaderos servidores de su culto, deben consagrarse a él como sus esclavos. Pero como se ama lo que se conoce, es fundamental para esta alianza admirarse con su vida a través del Catecismo de San José, incluido en esta preparación.

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