17_05_31

ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 5 DE LA TERCERA SEMANA

Preparación para la Consagración a María

Bondad encantadora y dulzura

 inefable de la Sabiduría Encarnada




Composición de lugar. Ver a Cristo, Señor nuestro, que nos muestra su Corazón, diciendo “Venid a mí todos”, y a la Virgen Nuestra Señora, que nos invita a acercarnos a Él.


Petición. Sentimiento de la bondad y dulzura del Corazón Divino.


Punto I. “Si consideramos los principios de donde Cristo (en cuanto Dios y en cuanto hombre) procede, no hallaremos sino bondad y dulzura. Porque es don del amor del Eterno Padre y efecto del amor del Espíritu Santo: “Así como amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Unigénito”. Y es nacido de la más dulce, de la más tierna y de la más hermosa de todas las madres, la divina María. ¿Queréis que os explique la dulzura de Jesús? Explicadme primero la dulzura de María, su Madre, a quien tanto se parece su temperamento. Jesús es el hijo de María, y por consiguiente, nada hay en Él de fiereza, ni de rigor, ni de fealdad; pero aún hay infinitamente menos que en su Madre, pues es (por otra parte) la Sabiduría Eterna, la dulzura y la bondad misma.
Los profetas le llamaron oveja y cordero por su mansedumbre, y predijeron de él que no acabaría de romper la caña quebrada ni apagaría la mecha que humea. Que es decir será tanta su dulzura, que al pobre pecador medio quebrantado, ciego y perdido, que tiene ya un pie en el infierno, no le perderá del todo, a menos que se vea obligado.
Juan Bautista exclamó al señalarle con el dedo a sus discípulos: “He aquí el Cordero de Dios.” No dijo, como parece que debiera haber dicho: he aquí el Altísimo, el Rey de la gloria, etc., sino como quien le conocía mejor que hombre alguno, exclamó: he aquí el Cordero de Dios, he aquí la Sabiduría Eterna, que ha juntado en sí toda la dulzura de Dios y del hombre, del cielo y de la tierra.
Y el mismo nombre de Jesús que le distingue ¿qué otra cosa indica sino caridad ardiente, amor infinito, dulzura encantadora? Jesús, Salvador, cuyo es amar y salvar al hombre. ¡Oh!, ¡qué nombre tan dulce al oído y al corazón de un predestinado! Miel en la boca, melodía en el oído, júbilo en el corazón.” (San Bernardo.)


P. II. Tenía el amabilísimo Salvador tan dulce y bondadoso semblante, que encantaba los ojos y los corazones de los que le veían...
A todos ganaba con la dulzura de sus palabras... Todos cuantos le escuchaban sin envidia estaban tan encantados con las palabras de vida que salían de sus labios, que exclamaban: “Jamás hombre alguno ha hablado como éste”. Muchos millares de pobres gentes dejaban sus casas y familias para ir a escucharle a los desiertos, pasando varios días sin beber ni comer, saciados tan sólo con la dulzura de sus palabras. Con ellas, a modo de cebo, atrajo a sus Apóstoles a seguirle, curó a los enfermos más incurables y consoló a los más afligidos. Con sólo decir “María” colmó a la Magdalena de gozo y de dulzura.
Dulce fue, finalmente, en sus acciones y en todo el proceder de su vida. Los pobres y los pequeños le seguían a todas partes como a uno de ellos: hallaban en este nuestro querido Salvador tanta sencillez y benignidad, tanta caridad y condescendencia, que por acercarse a Él se apretaban... Dejad que los niños se acerquen a Mí (decía a sus Apóstoles), y cuando tuvo junto a sí a los niños, les abrazó y bendijo. Los pobres que le veían pobremente vestido y sencillo en todos su modales, no se hallaban sin su compañía, y en todas partes le defendían contra los ricos y orgullosos, que le calumniaban y perseguían. Y ¿quién podrá explicar su dulzura con los pobres pecadores? Con la Magdalena, la Samaritana, la mujer adúltera... ¡Con qué caridad iba a comer en casa de los pecadores para ganarlos! Sus mismos enemigos ¿no tomaron ocasión de su misma dulzura para perseguirle, diciendo que por su suavidad se hacía trasgresor de la ley de Moisés, y llamándole como por injuria el amigo de los publicanos y pecadores? ¡Con qué bondad sobre todo y con qué humildad no trató de ganar a Judas cuando le quería vender, lavándole los pies y llamándole su amigo! ¡Con qué caridad, en fin, pidió perdón al Eterno Padre por sus verdugos, excusándoles por su ignorancia!
“Oh cuán hermoso, dulce y caritativo es Jesús, la Sabiduría Encarnada. ¡Hermoso en su eternidad, porque es el resplandor de su Padre, el espejo sin mancha y la imagen de su bondad, más hermoso que el sol y más brillante que la misma luz; hermoso en el tiempo, pues ha sido formado por el Espíritu Santo puro y sin mancha alguna, y ha encantado durante su vida los ojos y los corazones de los hombres, y es al presente la gloria de los ángeles, y es tan tierno y dulce especialmente con los pobres pecadores, que ha querido venir al mundo visiblemente a buscarles, y ahora les busca invisiblemente todos los días!”
¡Oh dulcísima Madre, muéstranos a Jesús, fruto bendito y dulcísimo que de ti se ha formado!









ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 4 DE LA TERCERA SEMANA

Preparación para la Consagración a María

Jesús con María en las Bodas de Caná






Composición de lugar. La sala del festín, donde comen el Señor y discípulos y la Virgen Santísima sirve a la mesa.

Petición. “Conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga.” (San Ignacio.)

Punto I. Veamos cómo en este paso la Virgen Nuestra Señora nos da a conocer el Corazón de Jesús, y nos enseña a tratar con él. Confiada, se acerca a Él para pedirle un milagro, como quien conoce su generosidad y llaneza, y no duda que lo hará por complacer a los que le aman, aunque hasta entonces no hubiera hecho públicamente ninguno. ¿Por qué no me acercaré a Él con esa confianza yo que le veo hacer todos los días tantos milagros, por mi amor, en el Santísimo sacramento?
Sabe muy bien Ella que, a pesar de la llaneza que usa, quiere Nuestro Señor que se le trate con el respeto que como Dios merece, y así le hace aquella tan prudente y respetuosa indicación: “No tienen vino.” Entiende también que a Nuestro Señor le gusta hacerse de rogar y probar la confianza del que pide, haciendo como que niega o dilata, para conceder después; y así, sin desanimarse por la respuesta, en apariencia dura, va a los criados y les dice que hagan lo que su Hijo les mande. Oh Virgen prudentísima y amorosísima Madre, enséñame a conocer la amabilidad del Corazón Divino, a tratar con él con llaneza y con respeto, a confiar en él, aunque me mate (Job 13, 15), y a estar dispuesto para hacer cuanto me diga.


P. II. Los sirvientes “en las Bodas de Caná, por haber seguido el consejo de la Virgen Santísima, fueron honrados con el primer milagro de Jesucristo. Del mismo modo todos los que hasta el fin de los siglos sean honrados con las maravillas de Dios, no recibirán estas gracias sino a consecuencia de su perfecta obediencia a María”.
Resuene, pues, de continuo en nuestro oídos el quodcumque dixerit facite, que dijo entonces Nuestra Señora: “Cualquiera cosa que mi Hijo os dijere, hacedla.” Aquí tenemos un programa completo de vida espiritual. Hacer cuanto Jesús nos diga en su Evangelio; cuanto nos diga por su Iglesia, por nuestros superiores, que están en lugar suyo; por las internas ilustraciones e inspiraciones. Cualquiera cosa que sea lo que nos mande, aunque nos parezca imposible a inútil para el fin que se pretende, como traer agua para remediar la falta de vino. “El obediente cantará victoria.”


P. III. “Por su humilde oración (de María) convirtió (Jesús) el agua en vino, y éste es el primer milagro en el orden de la naturaleza (de que nos da cuenta el Evangelio). Por María ha comenzado y ha continuado sus milagros y los continuará hasta el fin del mundo.”
Confiemos, pues, en la omnipotencia suplicante de Nuestra Señora y esperemos de Ella la restauración de todas las cosas en Cristo, que nos promete San Luis María: los tiempos en que “resplandecerá María, como nunca, por su misericordia, su poder y gracia”, y por Ella reinará el Corazón de Jesús. Y entretanto, esperemos de Ella que nos alcanzará abundantísimas gracias para subir a la cumbre de la perfección, para conocer y amar cada vez más al Corazón de Jesús. Oh amadísima Madre, si pides milagros para que no falte el vino, sin que nadie te lo pida, ¿no los harás, pidiéndotelos con instancia, para que no me falte el amor de tu Hijo?










ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 3 DE LA TERCERA SEMANA


 Preparación para la Consagración a María

Jesús en casa de María





Composición de lugar. La casita de Nazaret.


Petición. “Conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga.” (San Ignacio.)

Punto I. Gloria et divitiae in domo ejus (S. 111, 3). La gloria para Dios y las riquezas para el hombre se encuentran en casa de María, porque en ella mora Jesús. ¿Quién pudiera haber vivido en aquella amabilísima y pobre casilla donde estaba toda la riqueza del cielo? Bien podemos vivir ahora en ella con el espíritu, figurándonos que allí estamos y obrando como si estuviéramos allí. Dondequiera que trabajemos por amor a Dios está el taller de Nazaret, pues Jesús y María nos acompañan y sonríen.
“Los predestinados viven de asiento en esta casa con su Madre: es decir, que se aficionan al retiro, hacen vida interior, se dedican a la oración, pero siempre a ejemplo y en compañía de su Madre la Santísima Virgen, cuya gloria está adentro, y que tanto gustó en toda su vida del retiro y de la oración.”
“¡Qué amables son los tabernáculos, Señor Jesús! El pajarillo ha encontrado su casa y la tórtola su nido, donde ponga sus polluelos. ¡Oh qué dichoso es el hombre que mora en casa de María, donde tú el primero quisiste hacer morada! En esta casa de los predestinados, donde recibe socorro de ti sólo el que ha trazado en su corazón subidas y grados de toda virtud, para elevarse a la perfección en este valle de lágrimas.”


P. II. Obedece a María.
“La Sabiduría infinita, que tenía inmenso deseo de glorificar a su Eterno Padre y salvar a los hombres, no halló para ello más perfecto y más corto camino que someterse en todas las cosas a la Santísima Virgen, no sólo durante los ocho, diez o quince años primeros de la vida, como lo hacen otros niños, sino durante treinta años; y dio más gloria a Dios su Padre durante todo este tiempo de sumisión a la Santísima Virgen y dependencia de Ella, que si empleara los treinta años en hacer prodigios, en predicar por toda la tierra, en convertir a todos los hombres; que si no, ya lo hubiera hecho. ¡Oh cuán altamente se glorifica a Dios sometiéndose a María, a ejemplo de Jesús! Teniendo ante los ojos ejemplo tan visible y de todo el mundo tan conocido, ¿seremos tan insensatos que creamos hallar otro camino más corto y más perfecto para glorificar a Dios que someterse a María, a ejemplo de su Hijo?”
“Los buenos esclavos de María, por grandes cosas que hagan en la apariencia por defuera, mucho más que todas ellas estiman lo que obran en su interior en compañía de la Santísima Virgen; porque allí trabajan en la grande obra de su perfección, con lo cual comparado todo lo demás es juego de niños.”


P. III. Crecía el Niño Jesús a la sombra de Nuestra Señora y en su casa; y, a medida que en la edad adelantaba, mostraba más los tesoros de sabiduría y de gracia de que estaba lleno. Mucho creceremos también nosotros en la gracia y en el don de la sabiduría o sabroso conocimiento de Dios, si, como Jesús, vivimos en casa de María y en su regazo.
En él “los jóvenes llegan pronto a ser ancianos en la luz, santidad, experiencia y sabiduría, y en pocos años alcanzan la plenitud de la edad en Jesucristo”.
¡Oh dulcísima Señora mía!, crezca yo a tu sombra, y florezca como la palma y como el cedro del Líbano, plantado en la casa del Señor y en los atrios del templo de mi Dios.


P. IV. María Santísima, según la comparación predilecta del Santo, es como el molde en que los predestinados han de formarse en Jesucristo. Por eso también vivió Él tanto tiempo a solas con Ella, como el artífice que emplea mucho tiempo en fabricar un buen molde. En este tiempo (como explica larga y hermosamente la Venerable Agreda) depositó en ésta su primera discípula toda la ley de gracia y la doctrina que hasta el fin del mundo habría de enseñar a su Iglesia. Probóla también con severidad en el trato, como en el Evangelio se da a entender, para más acrecentar su mérito y hermosura. Ajustó este molde divino a las apariencias de una vida común y ordinaria para que a todos los cristianos pudiera servir de modelo.
“¡Oh hermosa y verdadera comparación! (esta del molde). Pero ¿quién la comprenderá? Acordaos que no se arroja en el molde sino lo que está bien fundido y líquido; es decir, que hay que destruir y fundir en vosotros al Adán (al hombre) viejo, para sacar el nuevo fundido en María.”

Oh molde de los predestinados, cueste lo que cueste, yo quiero fundir mi alma en ti para salir hermosa imagen de Jesucristo.



ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 2 DE LA TERCERA SEMANA

Preparación para la Consagración a María

Jesús en brazos de María





Composición de lugar. El portal de Belén, el templo de Jerusalén, el camino de Egipto.


Petición. “Conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga.” (San Ignacio.)


Punto I. “María es el trono de la Sabiduría eterna. En Ella es donde hace ver sus grandezas, ostenta sus tesoros y tiene sus delicias.”
Así, pues, en brazos de María quiso ser adorado, en Belén, por San José y los ángeles, por los pastores y los reyes. Todos “hallaron al Niño con su Madre”. Los perfectos como los imperfectos, los sabios como los ignorantes, deben buscar a Jesús con María. ¡Ay de los que creyéndose más sabios que los Magos, y más perfectos que los ángeles, quieren buscar a Jesús sin María!


P. II. Jesús recibe con agrado los regalos que los pastores y los reyes ofrecen por manos de su Madre.
“Cuando uno presenta a Jesús alguna cosa por sí mismo o apoyado en su propia industria y disposición, Jesús examina el presente y a veces lo rechaza al encontrarlo manchado por el amor propio. Pero cuando algo se le ofrece por las puras y virginales manos de su Amada, se le toma por el flaco (si se permite la frase); no considera la cosa que se le da, sino a su buena Madre que se le presenta; no tanto mira de quién viene la cosa cuanto por quién viene. Este es el gran consejo que da San Bernardo a los que quiere encaminar a la perfección: ¿Quieres ofrecer alguna cosa? Ofrécela por manos de María, si no quieres ser rechazado”


P. III. En brazos de Nuestra Señora quiere presentarse en el templo de Jerusalén el Divino Infante, y ofrecerse al Eterno Padre por el rescate de los hombres. Así la Santísima Virgen hace oficio de sacerdote, y el Divino Niño de hostia, para que aprendamos a ofrecernos en sacrificio en manos de María y a semejanza de Jesús.
“Ofrece tú, alma, en esta forma tus ofrendas, desconfiada de tus méritos propios y confiada en los de Cristo, que en unión de sus acciones todas, cualquiera cosa que ofrezcas es grande y será bien recibida. ¡Oh Jesús!, por tu Madre Santísima te suplico que, pues soy tuyo, me recibas en tu casa y servicio; a ti me presento y a ti me ofrezco para perpetuo esclavo tuyo y para ti.” (Fr. Juan de los Ángeles.)


P. IV. En los brazos de su Madre huye el Niño a Egipto. Quiere ser perseguido para que yo tenga modelo en mis persecuciones. Procuraré parecerme a Él cuando me persigan, estando en paz y confiado en los brazos de tan buena Madre. Bien pueden decirme, como a San José, que “tome al Niño y a la Madre, y huya a Egipto”, porque tomando al Niño y a la Madre, a cualquiera parte, la más solitaria, bárbara y enemiga del mundo, puedo ir gustoso; que donde están Jesús y María está toda mi compañía y mi defensa, mi riqueza y mi gloria.

“Admíteme por esclavo tuyo en esta jornada, Reina del Cielo. Admíteme, Jesús bueno, en tu compañía y de tu Madre, y concédeme que en todas mis calamidades y persecuciones a ti sólo acuda, a ti sólo busque, a ti sólo llame; contigo me junte para nunca apartarme de ti.” (Fr. Juan de los Ángeles.)


ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 1 DE LA TERCERA SEMANA

Preparación para la Consagración a María

Jesús en el seno de María







Composición de lugar. La Virgen Santísima recogida después del misterio de la Encarnación.


Petición. “Conocimiento interno del Señor que por mí se ha hecho hombre para que más le ame y le siga.” (San Ignacio.)


Punto I. “La divina María recibió de la Sabiduría eterna tan grandes aumentos de gracia y tan perfecta fidelidad mostró a su amor, que no sólo arrebató de admiración a los ángeles, sino a Dios mismo. Encántale aquella humildad profunda hasta el anonadamiento; le atrae aquella pureza tan divina; le hacen fuerza aquella fe viva y aquellas oraciones tan frecuentes; la Sabiduría Eterna se ve amorosamente vencida por tan amorosas solicitaciones. “¡Oh! –exclama San Agustín-, ¡qué amor el de María, que ha vencido al Todopoderoso!” ¡Cosa estupenda! Queriendo esta Sabiduría descender del seno del Padre al seno de una Virgen y descansar entre las azucenas de la pureza y darse por medio de ella a los hombres, le deputa al arcángel Gabriel para saludarla de su parte y decirla que quiere encarnar en ella, con tal que para esto dé su consentimiento.” (San Luis María de Montfort. Amor de la Sabiduría, p. 2. c. I.)
No de otra suerte (como en varias partes dice el Santo) viene Jesucristo a las almas ahora que como vino entonces al mundo. Los encantos de María le atraen; quiere apacentarse entre las azucenas de los corazones puros a Ella consagrados; cuanto más encuentra a María en las almas, más quiere a ellas venir.


P. II. Jesús y María se nos presentan en este misterio “tan íntimamente unidos, que Jesús está todo en María y María está toda en Jesús: o más bien, Ella no es ya más Ella, sino Jesús todo y sólo en Ella; y fuera más fácil separar la luz del sol que a María de Jesús. De suerte que puede llamarse a Nuestro Señor Jesús de María, y a la Santísima Virgen, María de Jesús.” (Verdadera devoción, práct. 4.)
Ni se rompió esta unión con el nacimiento, que, aunque separara los cuerpos, no pudo separar los corazones, que unidos permanecieron durante toda la vida mortal y gloriosa, y permanecerán por toda la eternidad.
“De la sangre del Corazón de María, que es pura llama, se formó el Corazón de Jesús: no tienen más que un corazón, no tienen más que un alma; al uno en el otro se le debe amar.” (Cantares del Santo.)
Por donde claramente se ve que no podemos conocer el Corazón de María sin conocer el de Jesús, ni amar a María sin amar a Jesús, ni vivir por María, con María, en María y para María sin vivir por Jesús, con Jesús, en Jesús y para Jesús.


P. III. “No se ha desdeñado este buen Señor de encerrarse en el seno de la Santísima Virgen como cautivo y esclavo amoroso. Piérdese aquí el espíritu humano cuando seriamente se reflexiona en este proceder de la Sabiduría Encarnada, que no ha querido, aunque pudiera hacerlo, darse directamente a los hombres, sino por medio de la Santísima Virgen.” (Verdadera devoción, c. IV, a. 2.)
“Y es que Cristo, Nuestro Señor, quiso tener madre (dice el Padre la Puente) para que Ella fuese también Madre y abogada de pecadores; los cuales, si por su pusilanimidad temiesen acudir a Él, por ser no solamente hombre y abogado nuestro, sino también Dios y Juez muy justo, acudiesen confiadamente a su Madre, a quien no pertenece ser juez, sino abogada, y Ella, como Madre de misericordia y piedad, abogase por todos”.
Quiso también enseñarnos que nosotros hemos de hacernos como los niños, para vivir en todo dependientes de María, como un pequeñuelo que no puede vivir sin su madre.
“El incomprensible se ha dejado comprender y tomar por la pequeña María, sin perder nada de su inmensidad, y también por la pequeña María hemos de dejarnos tomar y cautivar nosotros sin reserva alguna.”


P. IV. Mas no por ser cautivo de María dejó de obrar Jesús. No solamente oyó y ofreció su sacrificio en ella como en purísimo altar, sino que, también conducido por ella, fue a salvar almas.
“Santificó a San Juan en el seno de su madre Santa Isabel por la palabra de María; tan pronto como Ella habló, Juan fue santificado, y éste fue el primero y más grande milagro de la gracia que hizo Jesús.”
También nosotros hemos de obrar maravillas de la gracia encerrados dentro de María y viviendo de su vida, dejándonos conducir por Ella. Su dulce esclavitud, en vez de atarnos, nos hace más sueltos para correr en pos de las almas y atraerlas a Jesús.








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ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 6 DE LA SEGUNDA SEMANA

Preparación para la Consagración a María

Virtudes de la Santísima Virgen





Composición de lugar. Ver a Nuestra Señora en el momento de pronunciar el ecce ancilla Domini, palabra en que se reflejan todas sus principales virtudes.


Petición. Conocimiento interno de la Virgen Nuestra Señora, para que más la ame y la imite.

“Debemos examinar y meditar las grandes virtudes que practicó en su vida, particularmente:

Punto I. Su fe viva, con la cual creyó sin dudar la palabra del ángel; creyó fiel y constantemente hasta en el Calvario, al pie de la cruz.
Fe más grande que la de todos los patriarcas, profetas, apóstoles y santos...”
San Luis María nos asegura que cuanto más nos entreguemos a Nuestra Señora, más participaremos de la fe que ella tuvo: “Fe pura, con que no hagas caso apenas de lo sensible y lo extraordinario; fe viva y animada por la caridad, con que no hagas tus acciones sino por motivo de amor puro; fe firme a inquebrantable como una roca, que te hará permanecer firme y constante en medio de las borrascas y tormentas; fe activa y penetrante, que, como llave misteriosa, te dará entrada en todos los misterios de Jesucristo, en los destinos últimos del hombre y en el Corazón del mismo Dios; fe valerosa, que te hará emprender y llevar a cabo cosas grandes por Dios y por la salvación de las almas.


P. II. “Su humildad profunda, que la hizo ocultarse, callarse, someterse a todo y colocarse la última.”
A la luz de esta conducta de la Santísima Virgen examinemos la nuestra y veamos si procedemos en todo con la humildad que supone el nombre y el oficio de esclavos.


P. III. “Su pureza del todo divina, que jamás tuvo, ni tendrá, semejante debajo del cielo.”
Pureza de cuerpo y de alma, de afecto, de intención; limpieza inmaculada de toda sombra de pecado. Con ser Nuestra Señora tan eminente en todas las virtudes, esta de la pureza parece que tiene en Ella particular resplandor, y así, a esta virtud se refieren los más comunes nombres que la damos: la Virgen, la Purísima, la Inmaculada. Esta virtud debe ser también como la librea, que distingue a los hijos de María. “Esté grabada en vosotras como en una imagen la virginidad y la vida de María; de ella, como de un espejo, se refleje en vosotros el ideal de la castidad y el ejemplar de la virtud.” (San Ambrosio, De Vig., 1. 2.)


P. IV. “Finalmente, todas las demás virtudes.”

Muchas meditaciones necesitaríamos para considerarlas. Fíjese cada uno en aquellas virtudes que más necesite; que de todas ellas encontrará modelo acabado en esta Reina de los Ángeles.






ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 5 DE LA SEGUNDA SEMANA

Preparación para la Consagración a María

Oficios maternales de la Santísima Virgen con sus hijos queridos






Composición de lugar. Vernos con Nuestra Señora, disfrutando de su amor, en la forma que más devoción nos diere.


Punto I. Los alimenta. “Les da de comer los manjares más exquisitos y regalados de la mesa de Dios; les da a comer el pan de vida, que Ella ha formado”. Mis queridos hijos (les dice bajo el nombre de la Sabiduría); llenaos de mis generaciones, es decir, de Jesús, fruto de vida, que traje al mundo para vosotros. Venid, les repite en otro lugar; comed mi pan, que es Jesús; bebed el vino de su amor, que os he mezclado con la leche de mis pechos. Como es Ella la tesorera y dispensadora de los dones y gracias del Altísimo, da de ellas una buena parte, y la mejor, para alimentar y mantener a sus hijos y siervos.”
Mostremos, pues, nuestro amor a tan buena Madre en recibir todos los días el pan del cielo de la Sagrada Comunión; y en estar dispuestos a todas las horas para recibir el alimento celestial de las gracias actuales, que Ella en abundancia nos distribuya. Si nos acostumbramos a vivir con Ella, nos tratará como las madres a los niños mimados que están siempre en su compañía, regalándonos con abundantes ilustraciones e inspiraciones, que de continuo alimenten nuestra alma.


P. II. Los guía. “María, que es la estrella del mar, conduce a sus fieles siervos a buen puerto, les muestra los caminos de la vida eterna, les hace evitar los pasos peligrosos, les lleva de la mano por los senderos de la justicia, los sostiene cuando van a caer, les levanta cuando han caído, les reprende como madre cariñosa cuando faltan y aun a veces amorosamente les castiga.”
¡Oh, cuántos caen por no asirse a Ella! ¡Cuántos se cansan en el camino del cielo como niños débiles y perezosos, por no tener madre que les lleve de la mano. No perdamos nunca por nosotros tan buena guía.

P. III. Los defiende y protege. “María, la buena Madre de los predestinados, les oculta bajo las alas de su protección, como la gallina a sus polluelos. Les llama, se baja a ellos, condesciende con sus debilidades, para librarlos del buitre y del gavilán; se pone alrededor de ellos y les acompaña como un ejército en orden de batalla. ¿Un hombre rodeado de un ejército bien ordenado de cien mil hombres podría temer a sus  enemigos? Pues un fiel siervo de María rodeado de su protección y de su poder imperial tiene aún menos por qué temer. Esta buena Madre y poderosa Princesa de los cielos despacharía batallones de millones de ángeles para socorrer a uno de sus siervos, antes que permitir se diga que un fiel siervo de María, que ha confiado en Ella, sucumba a la malicia, al número o a la fuerza de sus enemigos.”
Ahora sí que puedo decir: Si se plantan contra mi campamento no temerá mi corazón, si se levanta contra mí batalla en eso mismo esperaré. Una cosa sola pediré al Señor, y esa sola buscaré (para no tener nunca temor alguno), que todos los días de mi vida habite en la casa del Señor (que es María).

P. IV. “Intercede por ellos con su Santísimo Hijo, le aplaca con sus ruegos y les une a Él y les conserva unidos con muy íntima unión...” Espía las ocasiones favorables para hacerles bien, enriquecerles y engrandecerles. Como Ella ve claramente en Dios las buenas y malas fortunas, las bendiciones y maldiciones de Dios, dispone de lejos las cosas parea eximir de toda suerte de males a sus siervos y colmarles de toda suerte de bienes.
Ipsa procurat negotia nostra, dice un Santo. Examinemos nuestra vida pasada, y si hemos sido devotos de Nuestra Señora, ¡cuántas veces habremos visto intervenir en nuestros negocios su mano y su corazón de Madre! ¡De cuántos peligros nos ha librado su escapulario o su medalla! ¡Cuántos beneficios hemos recibido en los días de sus fiestas, o conseguido con nuestras novenas y devociones! ¡Cuántas veces Ella misma se ha adelantado a favorecernos cuando ni nos acordábamos de pedírselo nosotros!
Y ¿no espiaremos nosotros todas las ocasiones para servirla y hacer que la sirvan todos? ¿La Reina del Cielo procura mis negocios, y no he de procurar yo los suyos? ¿Qué he hecho hasta ahora por Ella? ¿Qué debo hacer?




ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 4 DE LA SEGUNDA SEMANA

   Preparación para la Consagración a María


Razones porque ama la Virgen Santísima 

a sus verdaderos devotos





Composición de lugar. Vernos con Nuestra Señora, disfrutando de su amor, en la forma que más devoción nos diere.

Punto I. “Los ama porque es su verdadera Madre, y una madre ama siempre a su hijo, fruto de sus entrañas.”
Recuérdese lo que dijimos más arriba de cómo es María Santísima verdadera, aunque espiritualmente, nuestra Madre.

P. II. “Los ama con gratitud, porque ellos, efectivamente, la aman como a madre.”
Yo amo a los que me aman. ¿Qué corazón noble y agradecido no devuelve amor por amor? Pues si nosotros, con ser cuales somos, la amamos mucho, ¿no nos ha de amar Ella mucho más, siendo, por naturaleza y por gracia, incomparablemente más noble y agradecida? “¡Ay, Señora (le decía San Alonso Rodríguez), si me amaras tú tanto como yo te amo! -¿Qué dices, Alonso?, le responde; tanto va del amor que te tengo al que me tienes, como del cielo a la tierra.” Y no hay duda, Madre mía, que lo mismo dices a mí. Pues, ¿cómo me amará tu Corazón Purísimo si este corazón de barro tanto te ama?

P. III. “los ama porque, como a predestinados que son, Dios también les ama.
Esaú es figura de los réprobos, y Jacob, el hijo querido de Rebeca, es figura de los predestinados, hijos queridos de María. El Señor, pues, ama a Jacob y aborrece a Esaú; y la Santísima Virgen, cuya voluntad está tan unida con la divina, no puede menos de amar lo que Dios ama. Y Dios ama a los devotos de Nuestra Señora, y en ser tales se conoce que les ama; pues la verdadera devoción a la Reina de los Ángeles es cierta señal de predestinación. Nos ama, por tanto, la Madre de Dios con amor firmísimo y constante, que no se funda, como a veces el nuestro, en veleidades y caprichos, sino en la inmutable y eterna voluntad divina. ¡Qué dicha la nuestra! ¿Qué hemos hecho para merecer tal amor, y qué hemos de hacer para mostrarnos agradecidos a la infinita Misericordia?

P. IV. “Los ama porque se han consagrado del todo a Ella y son su parte y su herencia.
Los ama, pues, no sólo con afecto de gratitud, porque le han demostrado su amor entregándose a Ella, sino también con el afecto que se ama una cosa propia, porque Ella las ha recibido en su casa, y Dios se lo ha encomendado singularmente.
Los ama tiernamente y más tiernamente que todas las madres juntas. Meted, si podéis, todo el amor natural que las madres de todo el mundo tienen a sus hijos, en el corazón de una sola madre, para que con todo ese amor ame a su hijo único. Mucho le amará, por cierto; pero sin duda que María quiere aún a sus hijos más tiernamente que esta madre amaría al suyo.
¡Dichoso yo! ¿Qué me importa que todo el mundo me desprecie, si de esta manera logro que me ame la Reina del cielo? Y no hay duda que lo conseguiré. ¡Basta que yo lo quiera!












ORACIONES DE LA SEGUNDA SEMANA ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA


ORACIONES





Himno Ave Maris Stella
(Salve, Estrella del mar)

Salve, del mar estrella,
Salve, madre sagrada
De Dios y siempre virgen.
Puerta del cielo santa.

Tomando de Gabriel
El Ave, Virgen alma,
Mudando el nombre de Eva,
Paces divinas trata.

La vista restituye,
Las cadenas desata,
Todos los males quita,
Todos los bienes causa.

Muéstrate madre, y llegue
Por ti nuestra esperanza
A quien, por darnos vida,
Nació de tus entrañas.

Entre todas piadosa,
Virgen, en nuestras almas,
Libres de culpa, infunde
Virtud humilde y casta.

Vida nos presta pura,
Camino firme allana;
Que quien a Jesús llega,
Eterno gozo alcanza.

Al Padre, al Hijo, al Santo
Espíritu alabanza;
Una a los tres les demos,
Y siempre eternas gracias.


Letanías de la Santísima Virgen

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios Padre Celestial, ten piedad de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santa Trinidad, un solo Dios,

Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre virginal,
Madre sin mancha,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Sede de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso de honor,
Vaso insigne de devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los ángeles,
Reina de los patriarcas,
Reina de los profetas,
Reina de los apóstoles,
Reina de los mártires,
Reina de los confesores,
Reina de las vírgenes,
Reina de todos los santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los cielos,
Reina del sacratísimo Rosario,
Reina de la paz,
Reina de la familia,

Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros.

V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Oremos: Concédenos, Señor y Dios nuestro, que podamos gozar de la salud del alma y del cuerpo, y por la intercesión de la Santísima Virgen María, líbranos de las tristezas de este mundo y danos la eterna alegría. Por Cristo nuestro Señor. Amén.



Letanías al Espíritu Santo

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo Redentor del mundo, ...
Dios, Espíritu Santo, ...
Trinidad Santa, un solo Dios, ...
Espíritu, que procedes del Padre y del Hijo, ...
Espíritu del Señor, que al comienzo de la creación incubando las aguas las
   fecundaste, ...
Espíritu por cuya inspiración hablaron los santos hombres de Dios, ...
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas, ...
Espíritu que das testimonio de Cristo, ...
Espíritu de verdad que nos instruyes sobre todas las cosas, ...
Espíritu que fecundas a María, ...
Espíritu del Señor que llenas todo el orbe, ...
Espíritu de Dios que habitas en nosotros, ...
Espíritu de sabiduría y entendimiento, ...
Espíritu de consejo y fortaleza, ...
Espíritu de ciencia y piedad, ...
Espíritu de temor del Señor, ...
Espíritu de gracia y misericordia, ...
Espíritu de fuerza, dilección y sobriedad, ...
Espíritu de fe, esperanza, amor y paz, ...
Espíritu de humildad y castidad, ...
Espíritu de benignidad y mansedumbre, ...
Espíritu de gracia multiforme, ...
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios, ...
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables, ...
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma, ...
Espíritu en el cual renacemos, ...
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones, ...
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ...
Espíritu que apareciste sobre los discípulos en forma de lenguas de fuego,...
Espíritu del que los apóstoles quedaron henchidos, ...
Espíritu que distribuyes tus dones a cada uno como quieres, ...

Senos propicio, perdónanos, Señor.
Senos propicio, escúchanos, Señor.

De todo mal, líbranos, Señor.
De todo pecado, ...
De las tentaciones e insidias del diablo, ...
De toda presunción y desesperación, ...
De la resistencia a la verdad conocida, ...
De la obstinación y de la impenitencia, ...
De la impureza de la mente y del cuerpo, ...
Del espíritu de fornicación, ...
De todo espíritu malo, ...
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, ...
Por la concepción de Jesús, hecha por tu operación, ...
Por tu descenso sobre Cristo en el Jordán, ...
Por tu advenimiento sobre los discípulos, ...
En el día del juicio, ...
Nosotros, pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, así como vivimos por el Espíritu obremos también por el
    Espíritu, ...
Para que, recordando que somos templo del Espíritu Santo, no lo
    profanemos, ...
Para que, viviendo según el espíritu, no accedamos a los deseos de la
    carne, ...
Para que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne, ...
Para que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios, ...
Para que seamos solícitos en guardar la unidad de espíritu en el vínculo de
    la paz, ...
Para que no creamos a todo espíritu, ...
Para que sepamos discernir los espíritus, si son o no de Dios, ...
Para que renueves en nosotros el espíritu de rectitud, ...
Para que nos confirmes por tu espíritu soberano, ...
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nos.

OREMOS: Te pedimos, Señor, que nos asista la fuerza del Espíritu Santo para que purifique convenientemente nuestros corazones y nos preserve de todo mal. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Rezo del Santo Rosario (15 misterios) ó de la Corona (cinco misterios)