17_05_29

ESCLAVITUD DE AMOR A MARÍA DÍA 5 DE LA SEGUNDA SEMANA

Preparación para la Consagración a María

Oficios maternales de la Santísima Virgen con sus hijos queridos






Composición de lugar. Vernos con Nuestra Señora, disfrutando de su amor, en la forma que más devoción nos diere.


Punto I. Los alimenta. “Les da de comer los manjares más exquisitos y regalados de la mesa de Dios; les da a comer el pan de vida, que Ella ha formado”. Mis queridos hijos (les dice bajo el nombre de la Sabiduría); llenaos de mis generaciones, es decir, de Jesús, fruto de vida, que traje al mundo para vosotros. Venid, les repite en otro lugar; comed mi pan, que es Jesús; bebed el vino de su amor, que os he mezclado con la leche de mis pechos. Como es Ella la tesorera y dispensadora de los dones y gracias del Altísimo, da de ellas una buena parte, y la mejor, para alimentar y mantener a sus hijos y siervos.”
Mostremos, pues, nuestro amor a tan buena Madre en recibir todos los días el pan del cielo de la Sagrada Comunión; y en estar dispuestos a todas las horas para recibir el alimento celestial de las gracias actuales, que Ella en abundancia nos distribuya. Si nos acostumbramos a vivir con Ella, nos tratará como las madres a los niños mimados que están siempre en su compañía, regalándonos con abundantes ilustraciones e inspiraciones, que de continuo alimenten nuestra alma.


P. II. Los guía. “María, que es la estrella del mar, conduce a sus fieles siervos a buen puerto, les muestra los caminos de la vida eterna, les hace evitar los pasos peligrosos, les lleva de la mano por los senderos de la justicia, los sostiene cuando van a caer, les levanta cuando han caído, les reprende como madre cariñosa cuando faltan y aun a veces amorosamente les castiga.”
¡Oh, cuántos caen por no asirse a Ella! ¡Cuántos se cansan en el camino del cielo como niños débiles y perezosos, por no tener madre que les lleve de la mano. No perdamos nunca por nosotros tan buena guía.

P. III. Los defiende y protege. “María, la buena Madre de los predestinados, les oculta bajo las alas de su protección, como la gallina a sus polluelos. Les llama, se baja a ellos, condesciende con sus debilidades, para librarlos del buitre y del gavilán; se pone alrededor de ellos y les acompaña como un ejército en orden de batalla. ¿Un hombre rodeado de un ejército bien ordenado de cien mil hombres podría temer a sus  enemigos? Pues un fiel siervo de María rodeado de su protección y de su poder imperial tiene aún menos por qué temer. Esta buena Madre y poderosa Princesa de los cielos despacharía batallones de millones de ángeles para socorrer a uno de sus siervos, antes que permitir se diga que un fiel siervo de María, que ha confiado en Ella, sucumba a la malicia, al número o a la fuerza de sus enemigos.”
Ahora sí que puedo decir: Si se plantan contra mi campamento no temerá mi corazón, si se levanta contra mí batalla en eso mismo esperaré. Una cosa sola pediré al Señor, y esa sola buscaré (para no tener nunca temor alguno), que todos los días de mi vida habite en la casa del Señor (que es María).

P. IV. “Intercede por ellos con su Santísimo Hijo, le aplaca con sus ruegos y les une a Él y les conserva unidos con muy íntima unión...” Espía las ocasiones favorables para hacerles bien, enriquecerles y engrandecerles. Como Ella ve claramente en Dios las buenas y malas fortunas, las bendiciones y maldiciones de Dios, dispone de lejos las cosas parea eximir de toda suerte de males a sus siervos y colmarles de toda suerte de bienes.
Ipsa procurat negotia nostra, dice un Santo. Examinemos nuestra vida pasada, y si hemos sido devotos de Nuestra Señora, ¡cuántas veces habremos visto intervenir en nuestros negocios su mano y su corazón de Madre! ¡De cuántos peligros nos ha librado su escapulario o su medalla! ¡Cuántos beneficios hemos recibido en los días de sus fiestas, o conseguido con nuestras novenas y devociones! ¡Cuántas veces Ella misma se ha adelantado a favorecernos cuando ni nos acordábamos de pedírselo nosotros!
Y ¿no espiaremos nosotros todas las ocasiones para servirla y hacer que la sirvan todos? ¿La Reina del Cielo procura mis negocios, y no he de procurar yo los suyos? ¿Qué he hecho hasta ahora por Ella? ¿Qué debo hacer?