El Juicio Universal
Composición de lugar. La escena del Juicio, como se representa en
un famoso fresco de Miguel Ángel. En el plano superior está Jesucristo, que con
además terrible precipita en el infierno a los condenados. En el segundo plano
está María Santísima, que, al ver la cólera de su Hijo, parece decir: Ya no hay
remedio. Y sin interponerse entre él y los pecadores, queda detrás, inmóvil.
Petición. Terror de la Divina Justicia y sentimiento de la vanidad
del mundo, que me obliguen a arrojarme a los pies de Nuestra Señora, para ser
siempre su esclavo.
Punto I. Los preparativos.
“¡Día de ira el día aquel que deshará en cenizas todo el siglo!”.
“El sol se oscurecerá y la luna no dará su resplandor y las estrellas caerán
del cielo; y en la tierra habrá angustia de las gentes por la confusión del
sonido del mar y de las olas, secándose los hombres a causa del temor y
expectación de las cosas, que sobrevendrán a la redondez de la tierra: porque
las virtudes del cielo se conmoverán. Y entonces se mostrará la señal del Hijo del
Hombre (la santa cruz) en el cielo, y entonces se lamentarán todas las tribus
de la tierra. Y entonces verán al Hijo del Hombre venir sobre las nubes del
cielo con grande poder, gloria y majestad. Y enviará sus ángeles con gran voz
de trompeta, y juntarán sus escogidos de los cuatro vientos, de un cabo del
cielo al otro...”
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán... Mas
el día y la hora nadie lo sabe... Mas como en los días de Noé así será la
venida del Hijo del Hombre; porque como en los días antes del diluvio estaban
comiendo y bebiendo, casándose, etc., y no conocieron hasta que vino el diluvio
y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre.
Entonces estarán dos en un campo, el uno será tomado y el otro será dejado; dos
mujeres moliendo en un molino, la una será tomada y la otra dejada. Mirad,
pues; velad y orad, porque no sabéis cuándo será el tiempo, ni a qué hora ha de
venir vuestro Señor. Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no se carguen
de glotonería y embriaguez y de los cuidados de esta vida y venga de repente
sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que
habitan sobre la faz de la tierra.”
Empapemos nuestra alma en el santo temor que en ella despiertan
estas enseñanzas recogidas por los Evangelistas en los labios del mismo Cristo
Señor nuestro. Veamos en qué han de parar todas las cosas del mundo y cuán poco
se ha de amar, si se ha de temer lo que tan pronto se ha de acabar. Renunciemos
como esclavos de María a todas las pompas y vanidades del siglo, y estaremos
siempre preparados para la venida del Juez Eterno.
P. II. El juicio. - ¡Qué vergüenza para mí si
ahora mismo se manifestaran todos los pecados de mi vida en forma de asquerosa
lepra que cubriera mi cuerpo!... Pues aquel día todos los hombres del mundo los
podrán leer en mi conciencia. Y verán mis ingratitudes al comparar mis pecados
con las gracias que de Dios he recibido. “Los varones de Nínive se levantarán
en juicio contra esta generación, y la condenarán, porque ellos hicieron
penitencia cuando le spredicó Jonás y algo más que un Jonás hay aquí.”
“¡Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida, porque si en Tiro y en
Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotros, hubieran hecho
penitencia!” Estas amenazas de Jesucristo a los pueblos que diariamente
escuchaban su doctrina caen de lleno sobre mí. ¡Ay de ti, alma favorecida de
Dios con tantas gracias, y singularmente protegida por la Reina del Cielo! Los
gentiles y los herejes se levantarán contra ti y te condenarán. Ellos no
tuvieron madre que les llevara de la mano por el camino del cielo. ¿Qué extraño
que erraran y que desfallecieran? Pero tú, que conocías las bondades de nuestra
Madre cariñosa, y voluntariamente te arrancaste de su mano, porque quería
suavemente alejarte de los peligrosos goces del mundo, ¿qué excusa podrás
entonces alegar?
Pero el verdadero esclavo de María, que no dejó de la mano a su
Madre y la siguió por el camino de la cruz, ¡qué alegre la verá entonces
triunfando majestuosa entre las nubes, y se acercará a Ella para que la
presente a su Hijo! “Los que en la vida se conformaron al Crucificado (y a la
Reina de los dolores) Se acercarán a Cristo Juez con grande confianza.”
(Kempis.)
P. III. La sentencia. –“Al que me confesare
delante de los hombres (dice Jesucristo) yo le confesaré delante de mi Padre
Celestial; y del que se avergonzare de mí yo también me avergonzaré.” ¡Ay de ti
si te avergüenzas de seguir francamente la senda de la virtud, por temor a lo
que dirán los mundanos! Duro te será algunas veces despreciar los respetos
humanos; pero más duro ha de ser oír aquel día el terrible: “Id, malditos, al
fuego eterno.”
¿Qué será ver entonces la mirada amenazadora de Cristo? ¿Qué será
ver a la Santísima Virgen (cual la tenemos descrita en la composición de
lugar), que contemplando la ira de su Divino Hijo parece decir: Nada hay que le
pueda doblegar; ni satisfacción, ni misericordia, ni ruegos. “Lo que mejor
expresa las angustias de este último día no es pensar que el mundo se arruina,
ni que Dios está airado, es recordar que la dulce voz de María no se hace oír
más en favor de los pecadores, y que, aunque quisiera hablar, no se la
escucharía.” (Augusto Nicolás.)