17_01_08

CONSAGRACION TOTAL A MARIA DÍA 23º.

DÍA 23º.


 
 
 
 

 En qué consiste la perfecta consagración
a Jesús por María


Toda vez que nuestra perfección consiste en estar conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más perfecta de todas las devociones es, sin duda alguna, la que nos conforma, une y consagra más perfectamente a este acabado modelo de toda santidad; y pues que María es entre todas las criaturas la más conforme a Jesucristo, es consiguiente que entre todas las devociones, la que consagra y conforma más un alma a Nuestro Señor, es la devoción a la Santísima Virgen, su Santa Madre, y cuanto más se consagre un alma a María, más se unirá con Jesucristo, y, he aquí por qué la perfecta consagración a Jesucristo no es otra cosa que una perfecta y entera consagración de sí mismo a la Santísima Virgen, y ésta es la devoción que yo enseño; o con otras palabras, una perfecta
renovación de los votos y promesas del santo bautismo.
Consiste, pues, esta devoción en entregarse enteramente a la Santísima Virgen para ser todo de
Jesucristo por medio de María. Es menester entregarse: primero, nuestro cuerpo con todos sus sentidos y sus miembros; segundo, nuestra alma con todas sus potencias; tercero, nuestros bienes exteriores, o sea nuestra fortuna presente y futura; cuarto, nuestros bienes interiores y espirituales, o sea nuestros méritos, nuestras virtudes y nuestras buenas obras pasadas, presentes y futuras; en una palabra: todo lo que tenemos  en el orden de la naturaleza  y en el orden de la gracia, y todo  lo  que  lleguemos  a tener  en  lo porvenir  en el orden de la naturaleza, de la gracia y de la gloria, y esto sin reserva ninguna, ni de un céntimo, ni de un cabello, ni de la menor buena obra, y además por toda la eternidad, y sin pretender ni esperar ninguna otra recompensa de nuestra ofrenda y de nuestros servicios, que la honra de pertenecer a Jesucristo por María y en María, aun cuando esta amable Señora no fuere, como lo es siempre, la más liberal y reconocida de las criaturas.
 
(Tratado de la Verdadera De- voción… núms. 120-121)