18_06_02

NOVENA AL INMACULADO CORAZÓN DE MARIA Día 2




NOVENA AL INMACULADO 
CORAZÓN DE MARIA

 Día 2

PREPARACIÓN

Señor mío Jesucristo, Creador, Padre y Redentor mío, ahí tenéis postrado a vuestros pies a este miserable pecador que, arrepentido de sus pecados, acude a Vos como a la fuente de toda gracia, e invoca vuestro Santo Nombre para hacer devotamente esta novena. Vos, Señor, os habéis reservado de una manera especial el principio de toda buena obra, y sin Vos es imposible aun el deseo de hacer el bien. La misma gracia que ha dirigido mis pies a este santo templo, y descubierto a mis ojos esta sagrada imagen fuente de todo amor y consolación, espero que continúe en mí su obra y la llevará a su perfección.
No permitáis pues, Señor, que mi espíritu se distraiga en otros pensamientos que los que Vos en este breve rato os dignéis excitar en él, y que mi corazón, ajeno y purificado de todos los afectos de la tierra, sólo se abra a los purísimos sentimientos de amor y ternura que nos habéis enseñado en este símbolo vivo de toda caridad y amabilidad. Somos tan carnales y tan propensos a todo lo que halaga nuestros sentidos que, con frecuencia, torcemos a fines enteramente opuestos los mismos objetos que vuestro amor nos propone para despegarnos de la carne, y confundiendo nuestra sensibilidad con los puros y santos afectos de vuestro amor, muchas veces nuestra devoción y compunción no pasa de un sentimiento material y tierno. Hacednos por lo mismo la gracia de que al considerar los afectos del Corazón Inmaculado de María entremos en este tabernáculo del amor de la ternura con aquellas castas disposiciones dignas del tálamo de la más pura de las vírgenes. Y con mayor instancia imploro en este momento vuestra gracia, porque si llegase a tal punto mi insensibilidad que mi corazón permaneciese frio en medio de este incendio, podría con razón temer que había merecido el castigo de que vuestro amor me abandonase a mi indiferencia. Sin duda mis pecados ésto y más han merecido; pero vuestra gran misericordia los cubre todos, y vuestra bondad no repara en la ingratitud pasada del que implora con humildad vuestro perdón. Así nos lo hace esperar este Corazón cuyos santos y purísimos afectos nos proponéis como modelo de los más puros y generosos sentimientos, y como prenda de toda suerte de gracias y merecimientos. Por el Corazón Inmaculado de María, en cuyas venas se formó la Sangre que fue derramada por nosotros en la cruz, concedednos la gracia de hacer con fruto esta novena.



DÍA SEGUNDO

PUREZA PRIVILEGIADA DEL INMACULADO CORAZÓN DE MARÍA


1°. Considera la pureza del Inmaculado Corazón de María por parte de su voluntad. Entre los sublimes privilegios con que fue enriquecida por Dios esta Virgen predestinada para Madre del Verbo divino, es uno de los más incomparables el haber sido constituida y confirmada en el bien; por manera que no sólo no perdiese jamás la gracia por culpa grave, sino que nunca se entibiara su caridad por imperfecciones y culpas veniales. Y así la voluntad de María nunca concibió afecto alguno o deseo que no fuese perfectamente conforme a la voluntad de Dios, y por lo mismo nunca comunicó a su Corazón ninguno de aquellos movimientos desordenados que proceden de una voluntad menos recta. Por lo tanto el Corazón de María es el único entre todos los corazones que puede gloriarse de una preservación tan privilegiada, y de ser y poder decirse un Corazón toda pureza, un Corazón intacto, sin mácula y sin desorden.

2°. Considera la pureza del Inmaculado Corazón de María por parte de los apetitos sensitivos. ¿Qué Santo no ha sentido en su corazón algunas alteraciones indeliberadas contrarias al apetito racional? ¿Puede citarse un solo justo que no haya experimentado los embates de las pasiones, y no haya sentido en sus miembros una ley contraria a la ley del espíritu? María es la única criatura que ha estado exenta de estos choques y asaltos. Extinguido de raíz en Ella ya desde el primer instante de su vida el fómite del pecado, nunca la más débil inclinación al mal alteró la calma de sus apetitos, ni le causó una sensación menos ordenada; en su Corazón purísimo, por lo mismo, nunca sufrió alteración alguna causada por el fómite del pecado o por la rebeldía de las pasiones. En este privilegio no hay criatura alguna comparable al Corazón de María, cuya pureza no solo no fue nunca manchada, pero ni aun combatida por pasiones desordenadas.

3°. Considera la pureza del Inmaculado corazón de María por haber estado libre de las tentaciones interiores del demonio. ¿Osará el infernal espíritu combatir el Corazón de aquella invencible Virgen que le tenía rendido y atado bajo sus plantas? Y aun sin esto, ¿hubiera Dios permitido que el demonio introdujese la guerra en lo interior de aquel templo, destinado para tálamo sacrosanto y habitación inmaculada de su hijo? Nunca el maligno espíritu molestó ni conmovió la mente e imaginación de María con fantasmas o ilusiones impuras, ni turbó con sugestiones interiores la tranquilidad de su purísimo Corazón. Y esta es otra razón de la excelencia del Corazón de María sobre los corazones de todos los Santos, porque su pureza no sólo no fue vencida por el demonio, mas ni aun empañada con el más ligero hálito del espíritu de la carne.


COLOQUIO

Me congratulo con Vos, Virgen Santísima, por el don tan singular de pureza que preservó a vuestro Corazón de toda mácula de pecado y de todo combate del enemigo. ¿Podrán mirar sin horror vuestros purísimos ojos, Virgen pura, este mi corazón contaminado de toda especie de culpas, y llagado de innumerables heridas del enemigo infernal? Este, Virgen purísima, es un motivo de más para que tengáis piedad de este miserable; sus mismas llagas deben excitar en vuestro amorosísimo Corazón más vivos sentimientos de compasión para con este infeliz. Vuestra eficaz intercesión puede procurar a mi corazón la medicina y salud que le limpie y purifique de sus pecados, y le haga digno objeto de complacencia a vuestros ojos y a los de vuestro divino Hijo. Dignaos pues, Virgen clementísima, oír mis súplicas, curar mis llagas; sed mi escudo y defensa contra los ataques de las pasiones que sin tregua combaten mi corazón. Alejad de mí al maligno espíritu, refrenad la violencia de las pasiones, para que mi alma pueda sin estorbo ocuparse en daros gracias por vuestra misericordia, y en imitar en lo posible la pureza de vuestro inocentísimo Corazón. Amén.


OFRECIMIENTO

Os damos gracias, Señor y Dios nuestro, por los sentimientos y afectos que en esta meditación nos habéis inspirado; os los ofrecemos en holocausto por nuestros pecados. Os los ofrecemos, Señor, para que los purifiquéis de sus defectos e imperfecciones, y los hagáis vuestros y dignos de vos. En este breve rato, que hemos ocupado en la consideración de los afectos que sintió el Corazón Inmaculado de María, hemos sentido nosotros también nuevas y fuertes impresiones; y el contraste de tanta pureza y amor con la sentina de nuestros vicios y maldades, ha excitado en nuestro corazón deseos vehementes de participar de aquellos dones de que Vos con tanta largueza llenasteis el Corazón de vuestra Madre. Nuestro corazón ha latido de amor y ternura junto al Corazón de María, y aunque embotarlas y flojas sus cuerdas han resonado heridas por el impulso del Corazón de Nuestra Madre, el corazón de un hijo no podía permanecer frío e insensible cuando su Madre padece, gime, suspira, llora, goza. Introducidos en el Corazón Inmaculado de María hemos examinado los resortes de aquellos actos purísimos de que fue instrumento, y nuestros ojos de carne han visto las conmociones íntimas y tiernísimas que le agitaban, y lo que nuestro espíritu apenas creía, se nos ha presentado con una luz y claridad que nos es imposible desconocerlo. Hemos puesto la mano sobre aquel Corazón Inmaculado, y nuestra fe, como Santo Tomás, ha reconocido a su contacto los dones de vuestra gracia. Hemos sentido derretirse como cera aquel corazón al ardor de vuestros amorosos rayos, para que pudiese derramarse todo entero sobre nosotros. ¡Ah Señor, no sean pérdidas para vuestras criaturas tantas gracias! vuestra misericordia está interesada en que correspondan a los designios de vuestra bondad. Haced que grabados profundamente hasta penetrar de parte a parte nuestro corazón estos sentimientos, perseveren en el propósito sincero que hemos formado de ser de día en día más sensibles a vuestro amor, y apartar nuestra alma de los placeres sensuales y mundanos que solo engendran fastidio y amargura. Oíd, Padre de toda bondad, por el Corazón de vuestra Madre y nuestra estas súplicas que os dirigen vuestros hijos, y haced que sus obras sean dignas de Vos, y de la gloria que les habéis preparado en el Cielo. Amén.



Se puede rezar el  Santo Rosario…





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