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El infierno.




DÍA 7

El infierno. – Penas de sentido

Composición de lugar. “Ver con la vista de la imaginación la longura, anchura y profundidad del Infierno”.
Y verme a mí mismo resbalando hacia él y la Virgen Santísima dándome la mano para que no caiga.

Petición. “Interno sentimiento de la pena que padecen los dañados, para que, si del amor del Señor eterno me olvidare por mis faltas, a lo menos el temor me ayude para no venir en pecado.”

Punto I.Ver con la vista de la imaginación los grandes fuegos y las ánimas como en cuerpos ígneos.”
Si nos consta que algunas personas han perdido el sentido y aun muerto de espanto con la vista o imaginación de algunas cosas temerosas, y a veces la sospecha sola de ellas nos hace erizar los cabellos y temblar, ¿qué será el temor de aquel lago tenebroso, lleno de horribles y espantosas quimeras? Especialmente si consideramos cuán horrible sea la figura del demonio, pues por tan terribles semejanzas nos la representa el mismo Dios en las Escrituras Sagradas: “Alrededor de sus dientes está el temor: su cuerpo es como un escudo de acero, cubierto de escamas...; su estruendo es un resplandor de fuego, y sus ojos bermejean como los arreboles de la mañana. De su boca salen hachas como de teas encendidas, y de sus narices sale humo como de una olla que hierve. Con su resuello hace arder las brasas y llamas que salen de su boca.” (Job.)

P. II. “El segundo, oír con las orejas llantos, alaridos, voces, blasfemias contra Cristo Nuestro Señor y contra todos sus santos.”
“Imagínate que pasases por un valle muy hondo, el cual estuviese lleno de una infinita muchedumbre de cautivos, heridos y enfermos, y que todos ellos estuviesen dando gritos y voces, cada uno de su manera... ¿Qué galera hay en este mundo que de tantos renegados y forzados esté poblada?”

P. III. “El tercero, oler con el olfato humo, piedra azufre, sentina y cosas pútridas.”
“Para sentir algo esta pena, párate a considerar aquel tan horrible género de tormento que un tirano cruelísimo inventó para ajusticiar a los hombres, el cual, tomando un cuerpo muerto, mandábalo tender sobre un vivo, y atando muy fuertemente al vivo con el muerto dejábalos estar así juntos hasta que el muerto matase al vivo con la hediondez y gusanos que de él salían. Pues si te parece muy horrible este tormento, ¿qué tal será aquel que procederá del hedor de todos los cuerpos de los condenados?”

P. IV. “El cuarto, gustar con el gusto cosas amargas, así como lágrimas, tristeza y el verme gusano de la conciencia.”
“Ni tampoco faltará a la lengua, ni al gusto regalado su tormento; pues leemos en el Evangelio la sed que padecía aquel rico goloso entre las llamas de sus tormentos y las voces que daba al Santo Patriarca (Luc 26) pidiéndole una sola gota de agua para refrescar la lengua, que tenía tan abrasada.”

P. V. “El quinto, tocar con el tacto, es a saber, como los fuegos tocan y abrasan las ánimas.”
“Es fuego de tan grande ardor y eficacia, que (según dice San Agustín) este nuestro de acá es como pintado si se compara con él. Este fuego atormentará no solamente los cuerpos, sino también las ánimas... Con esta pena se juntará otra contraria a ella, que será un horrible frío, que con ninguno de los nuestros se puede comparar... Y no solamente les atormentará el frío y el fuego, sino también los mismos demonios.”


“Haciendo un coloquio a Cristo Nuestro Señor, traer a la memoria las ánimas que están en el infierno..., y con esto darle gracias porque no me ha dejado caer.”
Y ningún coloquio a Jesucristo será más a propósito para nuestro fin que la preciosa oración que está al fin de El Secreto de María, en que San Luis María le da gracias por la merced que le ha hecho con la Santa Esclavitud, librándole del infierno.



Nota. – Las personas ya acostumbradas a la práctica interior de la Santa Esclavitud es fácil, que al repetir estas meditaciones no puedan sentir los efectos de temor que en ellas se indican, sino mucha paz, por hallarse seguras en brazos de María. Déjense, pues, llevar del afecto de amor y de confianza en esta buena Madre y de celo por salvar las pobres almas que caen en el infierno, porque no la conocen.