18_10_13

Nómina Consagrados Fátima pidiendo Consagrar Chile



LISTADO CONSAGRADOS A  MARIA EN CHILE

PIDIENDO LA CONSAGRACIÓN DE CHILE A LOS SAGRADOS CORAZONES DE JESÚS  Y DE MARÍA


CARMEN TAPIA
GONZALO ROMAN
WLADIMIR CAREÑO
MONICA GOMEZ
EMA CARTER
HAIDE PARADA
JUANITA BELMAR
CAMILO DONOSO MENDEZ
FRANCISCA ALARCON 
JOSLYN VEGA HIDALGO
CARMEN ASTUDILLO
VICTOR HIDALGO
PEDRO POBLETE 
JAIME CONTRERAS
PERLA VALENZUELA DONOSO
ELIANA MUÑOZ DIAZ
ANITA ROSA HURTADO
RAQUEL DONOSO REYES
GUADALUPE DEL CARMEN VALENZUELA 
ROSA VERONICA VALENZUELA
IVONNE MARIN
JOSLYN VEGA
MIRYAM VALENZUELA DONOSO
RAQUEL DONOSO REYES
CARMEN ASCUY
CAMILO DONOSO
CLAUDIO PRESLEY
MARGARITA CORDOBA
ROXANA OÑATE
MARTA CACERES
MARIA DE LOS ANGELES
CARMEN HERNANDEZ
RAQUEL CONTRERAS
CECILIA PEREZ
ERIKA SANDOVAL
ANTONIO GOMEZ
LORENA MARTINEZ
CARMEN ROMERO
LIZBETH ANTONIETA QUIROZ BURGOS
MARIA TERESA VALDES
ESTEFANÍA CACERES
CARLOS ARÉVALO
JEANNETTE PAREDES
CLAUDIA HERNÁNDEZ
NOEMÍ MENDOZA ROSIO ROA
VERÓNICA ROA
RUTH ESCUDEROS
TATIANA IBAÑEZ LUISA OTAROLA
PAOLA CANALES
MARIA CECICIA VARGAS
MARIA CECILIA MELLA
FIDELINA NORAMBUENA
ANDREA BELLO
RAQUEL CONTRERAS
DANIEL VERGARA
TERESA PONTONY
MARGARITA VALDES MORENO
CARMEN DEL TRÁNSITO TORRES H.
MARIA CRISTINA ESPARZA
TERESA MANSILLA
PATRICIA COROS
MAGGIE ZAVALA CONTRERAS
LIZBET ANTONIETA QUIROZ BURGOS
ESPER MURCI
MACARENA OGAZ
LOURDES
MANUEL JOSE DIAZMARY PAZ NOVOA REBOLLEDO 
Leticia 
Lety

Homilía en Fátima



Homilía Jueves 11 de Octubre, Santuario de Fátima Portugal"


  “Presumo de mis debilidades”

San Pablo a los Corintios 12, 7b-10 

Hermanos: Para que no, tenga soberbia, me han metido una espina en la carne: un ángel de Satanás que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces he pedido al Señor verme libre de él; y me ha respondido: «Te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad.» Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo. Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.

En la abrumada carrera de la vida, el alma experimenta con frecuencia la fatiga, ante la crudeza del camino, la aridez en medio de las tormentas, la oscuridad en la noche de la injusticia y la soledad en la ausencia de los consuelos para el corazón, que en la solidez de la humildad, lejos de encontrarse el fracaso en la tragedia de estas experiencias, se ensancha necesariamente la vida de la oración, por la ineludible plegaria elevada al Espíritu Santo.

Clave es por tanto la virtud de la humildad, que no se sostiene en medio de frecuentes impulsos de vanidad, de calculo estratégico, de incoherencia y seducción a los poderes y las alabanzas. Con tanta frecuencia, almas que fueron regaladas por la sendas de la pequeñez, terminan en la ceguera, cautivadas por los reconocimientos, los exitísmos, las aparentes eficacias ejecutivas, la autoreferencia, entusiasmados por los cargos o los logros personales, los afectos y proyectos, que no son más que una tentación que busca engañar el juicio y contaminar el corazón.

Cuando Dios nos atrae hacia sí, nos hace subir al monte de la santidad, para que estemos cada vez más cerca de él, ofreciéndonos a lo largo del camino luz y consolaciones, pero dentro del camino de la redención, que pasa necesariamente por el camino de la Cruz, de la donación y el sacrificio, que pasa necesariamente la senda del anonadamiento y de la fatiga de Getsemaní.  Es la única ruta en la que nos podemos encontrar con con quién se anonadó a si mismo tomando la condición de Siervo (Filipenses 2:7-17)

“Presumo de mis debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de Cristo”, dice San Pablo, manifestando claramente que no se jacta de sus acciones, sino de la acción de Cristo que actúa precisamente en su debilidad, en su incapacidad, en la que lejos de intentar colocar su eficacia meramente humana, para triunfar y evitar la contradicción, da lugar a una actitud de profunda humildad y confianza ante la manifestación de Dios. Nada espera de sí sino que solo de aquello que le es evidente, proviene del Señor. 

Esa es, particularmente la actitud de San Francisco Marto,  un niño “paciente, amable y reservado, inclinado a la contemplación”, que no eludía su fragilidad, reconociendo lo que no era o no podía, y ante la verdad de no rezar  en totalidad una oración, lejos de justificarse, reconoce con modestia su limitación, y en el designio de no poder ver a la Virgen sino solo escucharla, no se revela sino que abraza con gozo solemne lo que se le dió, comprendiendo en la pureza de corazón y en la inocencia constante, el Don inmenso que recibió de consolar a Cristo, “tan triste a causa de tantos pecados”, para redimirlas y ganarse el paraíso 

Por tanto, en la medida en que crece nuestra unión con el Señor y se intensifica nuestra oración, también nosotros vamos a lo esencial y comprendemos que no es el poder de nuestros medios, de nuestras virtudes, de nuestras capacidades, el que realiza el reino de Dios, sino que es Dios quien obra maravillas precisamente a través de nuestra debilidad, de nuestra inadecuación al encargo. Por eso, debemos tener la humildad de no confiar simplemente en nosotros mismos, sino de trabajar en la viña del Señor, con su ayuda, abandonándonos a él como frágiles «vasijas de barro». (Benedicto XVI, 13 de Junio, 2012)

Pidamos a los Santos Pastorcitos que pidan por nosotros y nos alcancen la gracia, por la mediación de nuestra Madre del Cielo, de no empeñar y perder nuestra vida interior, por aquellos falsos tesoros que se nos ofrecen, incluso bajo la apariencia de reconocimientos eclesiales, pastorales y comunitarios, sino que encontremos, en el camino de la humildad y la modestia, la ruta de la lealtad a la gracia recibida, que nos “basta”, para alcanzar la plenitud que Dios nos revela en María, pues el Señor se ha inclinado ante “la humildad de su Esclava”. Muchas gracias.

Atentamente Pbro. Patricio Romero  

18_08_11

NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO, Día 9



NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA
 AL CIELO

"POR LA CONVERSION DE LOS INFIELES"

¡Dios te salve, María, Virgen y Madre de Dios! Aunque miserable pecador, vengo con la mayor confianza a postrarme a vuestros pies santísimos, bien persuadido de ser por ti socorrido de que eres la que, con tu gracia y protección poderosa, alcanzas al género humano todas las gracias del Señor. Y si estas suplicas no bastaran pongo por medianeros y abogados a los nueve coros de los Ángeles, a los Patriarcas, y Profetas, a los Apóstoles y Evangelistas, a los Mártires, Pontífices y Confesores; a las Vírgenes y Viudas; a todos los Santos del Cielo en especial al Cura de Ars, Santa Filomena, San Francisco de Asís, San Benito y justos de la tierra. Cuiden de esta página y de lo que aquí se publica para el beneficio de los fieles de la Iglesia Católica; con el único fin de propagar la fe. Para Mayor Gloria de Dios.


NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA
 AL CIELO

Oración Preparatoria. — Alegrémonos en la festividad de la Asunción de María al Cielo. Oh Madre, haced que algún día podamos acompañaros en la Gloria. Amén.


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

  
ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mi alma, más que a mi vida y más que a todas las cosas: por ser Vos quien sois, y por vuestra bondad infinita, a mí me pesa, pésame mi Dios de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Os ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, me daréis gracia para enmendar mi vida y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la hora de mi muerte. Amén.


ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Soberana Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, aquí tenéis postrado a vuestros sacratísimos pies a este hijo pródigo, penetrado de confusión, de dolor y de arrepentimiento por haber pecado contra el cielo y contra Vos: conozco, Señora, y confieso en presencia del cielo y de la tierra, que no soy digno de honrarme con el título de hijo vuestro: recibid, Madre de misericordia, esta humilde confesión de mi fea ingratitud, y mala correspondencia, dispensándome la gracia de admitirme en el número de vuestros esclavos: miradme con ojos de piedad, como acostumbráis ejecutarlo con vuestros siervos; y alcanzadme del Todopoderoso la gracia que principalmente os pido en esta santa Novena; y es, que reconocido de todos los yerros y extravíos de mi vida pasada, empiece desde ahora a llorar con amargas lágrimas todas mis culpas, a implorar las divinas misericordias, arreglando los pasos de mi vida de tal manera que logre por vuestra poderosa intercesión una preciosa muerte para gozar de Dios en vuestra compañía por eternidades de gloria. Amén.


Día 9. Confianza en María. ¿Quién no confiara en María al considerar su grande poder, su inmensa sabiduría y su grande amor hacia Dios y hacia nosotros? Confiemos en María. Acudamos a su poderosa intercesión.



Santo Rosario o Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria


Oración Final

  Mi Dios, en quien espero, por ser un Señor de un infinito poder, que conducís al puerto de eterna salvación a todos los que esperan en Vos: que premiasteis la esperanza de nuestros. Padres, no permitiendo fuesen confundidos, y libertándoles con vuestro brazo omnipotente de la eterna confusión de los malos: mi buen Dios, que en justa remuneración de aquella firme esperanza que depositó en solo Vos María Santísima, honrasteis a esta Señora en el día de su Asunción a los Cielos con la posesión de aquel sumo y eterno bien, por quien tanto había suspirado: concededme, Señor, por su intercesión poderosa, que a imitación suya viva yo animado de aquella firme esperanza, que separando mi corazón de todos los bienes aparentes de la tierra, suspire continuamente por la posesión de aquellos bienes verdaderos, que disfrutan los justos en vuestra gloria. Amén.


Oh Virgen, que habéis sido exaltada sobre todos los coros de los Ángeles, miradnos compasiva a los que somos hijos vuestros y que luchamos aun en este valle de lagrimas y miserias. Salvadnos. Amén.



Gozos

Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.
En cuerpo y alma elevada,
Virgen Madre del Señor:
Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.

En la tierra padecía
tristeza tu Corazón
suspiros en profusión
lanzabas de noche y día
al Cielo, que recibía
tus ansias y tu clamor.

Muéstrate, dulce...
Un arcángel refulgente
te anuncia dichosa nueva,
que el Señor Omnipotente
al cielo empíreo te eleva.
¡Oh Madre! contigo lleva nuestro
anhelo y nuestro amor.

Muéstrate, dulce...
Aunque el tributo rendiste
que debe la humanidad,
Tú, sin mancha original,
intacto tu cuerpo existe
en la tumba, y Dios lo viste
de célico resplandor.

Muéstrate, dulce...
Entre coros celestiales
que te alaban a porfía
del Cielo, gran Madre mía,
atraviesas lo umbrales.
Por nosotros, los mortales,
intercede con ardor.

Muéstrate, dulce ...
El Empíreo proclamaba
tu dominio universal,
mientras Dios te entronizaba
como Reina celestial:
al inválido mortal
tiende el cetro protector.

Muéstratre, dulce...
Haz que toda nuestra vida,
prendados de tus primores,
entonemos tus loores,
te alabemos sin medida:
y haz, también que en la partida
nos admita el Salvador.

Muéstrate, dulce...
En cuerpo y alma elevada
Virgen Madre del Señor:
Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.



A LA VIRGEN SANTISIMA
en su Asunción al Cielo.

Oración. — Señor Dios nuestro, imploramos vuestra clemencia para que, cuantos celebramos la Asunción de la Madre de Dios al cielo, nos veamos libres, por su intercesión, de todos los males que nos amargan. Os lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Para obtener las gracias que hemos pedido, saludaremos a la santísima Virgen con las siguientes deprecaciones:

1.ª — Oh María, por vuestra santa muerte, alcanzadme una muerte libre de todo pecado. Amen.— Avemaría.

2.ª — Oh María, por vuestra resurrección a una vida inmortal y gloriosa, obtenedme que resucite yo glorioso con los justos en el ultimo día. Amen.— Avemaría.

3.ª— Oh María, por vuestra Asunción al Cielo, en cuerpo y alma, alcanzadme que logre yo salvar mi alma y gozar eternamente en vuestra compañía. Amen.— Avemaría.

4.ª — Oh María, por vuestra exaltación sobre los Ángeles y por vuestro poder sobre los demonios, alcanzadme que venza al infernal enemigo y que sepa dominar mis pasiones. Amen.— Avemaría.

5.ª — Oh María, por vuestra coronación sobre todo lo creado y por haber sido elegida Abogada de todos los hombres, alcanzadme una filial confianza en Vos y acordaos de mi en todas mis necesidades, peligros y tentaciones. Amén. —Avemaría.

NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO, Día 8



NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA
 AL CIELO

"POR LA CONVERSION DE LOS INFIELES"

¡Dios te salve, María, Virgen y Madre de Dios! Aunque miserable pecador, vengo con la mayor confianza a postrarme a vuestros pies santísimos, bien persuadido de ser por ti socorrido de que eres la que, con tu gracia y protección poderosa, alcanzas al género humano todas las gracias del Señor. Y si estas suplicas no bastaran pongo por medianeros y abogados a los nueve coros de los Ángeles, a los Patriarcas, y Profetas, a los Apóstoles y Evangelistas, a los Mártires, Pontífices y Confesores; a las Vírgenes y Viudas; a todos los Santos del Cielo en especial al Cura de Ars, Santa Filomena, San Francisco de Asís, San Benito y justos de la tierra. Cuiden de esta página y de lo que aquí se publica para el beneficio de los fieles de la Iglesia Católica; con el único fin de propagar la fe. Para Mayor Gloria de Dios.


NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA
 AL CIELO

Oración Preparatoria. — Alegrémonos en la festividad de la Asunción de María al Cielo. Oh Madre, haced que algún día podamos acompañaros en la Gloria. Amén.


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

  
ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mi alma, más que a mi vida y más que a todas las cosas: por ser Vos quien sois, y por vuestra bondad infinita, a mí me pesa, pésame mi Dios de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Os ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, me daréis gracia para enmendar mi vida y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la hora de mi muerte. Amén.


ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Soberana Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, aquí tenéis postrado a vuestros sacratísimos pies a este hijo pródigo, penetrado de confusión, de dolor y de arrepentimiento por haber pecado contra el cielo y contra Vos: conozco, Señora, y confieso en presencia del cielo y de la tierra, que no soy digno de honrarme con el título de hijo vuestro: recibid, Madre de misericordia, esta humilde confesión de mi fea ingratitud, y mala correspondencia, dispensándome la gracia de admitirme en el número de vuestros esclavos: miradme con ojos de piedad, como acostumbráis ejecutarlo con vuestros siervos; y alcanzadme del Todopoderoso la gracia que principalmente os pido en esta santa Novena; y es, que reconocido de todos los yerros y extravíos de mi vida pasada, empiece desde ahora a llorar con amargas lágrimas todas mis culpas, a implorar las divinas misericordias, arreglando los pasos de mi vida de tal manera que logre por vuestra poderosa intercesión una preciosa muerte para gozar de Dios en vuestra compañía por eternidades de gloria. Amén.


Día 8. Coronación de María. La Santísima Trinidad corono a María con corona de poder, de sabiduría y de amor. El infierno tiembla al solo Nombre de María. Nada ni nadie puede resistir al poder de María.



Santo Rosario o Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria


Oración Final

  Mi Dios, en quien espero, por ser un Señor de un infinito poder, que conducís al puerto de eterna salvación a todos los que esperan en Vos: que premiasteis la esperanza de nuestros. Padres, no permitiendo fuesen confundidos, y libertándoles con vuestro brazo omnipotente de la eterna confusión de los malos: mi buen Dios, que en justa remuneración de aquella firme esperanza que depositó en solo Vos María Santísima, honrasteis a esta Señora en el día de su Asunción a los Cielos con la posesión de aquel sumo y eterno bien, por quien tanto había suspirado: concededme, Señor, por su intercesión poderosa, que a imitación suya viva yo animado de aquella firme esperanza, que separando mi corazón de todos los bienes aparentes de la tierra, suspire continuamente por la posesión de aquellos bienes verdaderos, que disfrutan los justos en vuestra gloria. Amén.


Oh Virgen, que habéis sido exaltada sobre todos los coros de los Ángeles, miradnos compasiva a los que somos hijos vuestros y que luchamos aun en este valle de lagrimas y miserias. Salvadnos. Amén.



Gozos

Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.
En cuerpo y alma elevada,
Virgen Madre del Señor:
Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.

En la tierra padecía
tristeza tu Corazón
suspiros en profusión
lanzabas de noche y día
al Cielo, que recibía
tus ansias y tu clamor.

Muéstrate, dulce...
Un arcángel refulgente
te anuncia dichosa nueva,
que el Señor Omnipotente
al cielo empíreo te eleva.
¡Oh Madre! contigo lleva nuestro
anhelo y nuestro amor.

Muéstrate, dulce...
Aunque el tributo rendiste
que debe la humanidad,
Tú, sin mancha original,
intacto tu cuerpo existe
en la tumba, y Dios lo viste
de célico resplandor.

Muéstrate, dulce...
Entre coros celestiales
que te alaban a porfía
del Cielo, gran Madre mía,
atraviesas lo umbrales.
Por nosotros, los mortales,
intercede con ardor.

Muéstrate, dulce ...
El Empíreo proclamaba
tu dominio universal,
mientras Dios te entronizaba
como Reina celestial:
al inválido mortal
tiende el cetro protector.

Muéstratre, dulce...
Haz que toda nuestra vida,
prendados de tus primores,
entonemos tus loores,
te alabemos sin medida:
y haz, también que en la partida
nos admita el Salvador.

Muéstrate, dulce...
En cuerpo y alma elevada
Virgen Madre del Señor:
Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.



A LA VIRGEN SANTISIMA
en su Asunción al Cielo.

Oración. — Señor Dios nuestro, imploramos vuestra clemencia para que, cuantos celebramos la Asunción de la Madre de Dios al cielo, nos veamos libres, por su intercesión, de todos los males que nos amargan. Os lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Para obtener las gracias que hemos pedido, saludaremos a la santísima Virgen con las siguientes deprecaciones:

1.ª — Oh María, por vuestra santa muerte, alcanzadme una muerte libre de todo pecado. Amen.— Avemaría.

2.ª — Oh María, por vuestra resurrección a una vida inmortal y gloriosa, obtenedme que resucite yo glorioso con los justos en el ultimo día. Amen.— Avemaría.

3.ª— Oh María, por vuestra Asunción al Cielo, en cuerpo y alma, alcanzadme que logre yo salvar mi alma y gozar eternamente en vuestra compañía. Amen.— Avemaría.

4.ª — Oh María, por vuestra exaltación sobre los Ángeles y por vuestro poder sobre los demonios, alcanzadme que venza al infernal enemigo y que sepa dominar mis pasiones. Amen.— Avemaría.

5.ª — Oh María, por vuestra coronación sobre todo lo creado y por haber sido elegida Abogada de todos los hombres, alcanzadme una filial confianza en Vos y acordaos de mi en todas mis necesidades, peligros y tentaciones. Amén. —Avemaría.

NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA AL CIELO, Día 7



NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA
 AL CIELO

"POR LA CONVERSION DE LOS INFIELES"

¡Dios te salve, María, Virgen y Madre de Dios! Aunque miserable pecador, vengo con la mayor confianza a postrarme a vuestros pies santísimos, bien persuadido de ser por ti socorrido de que eres la que, con tu gracia y protección poderosa, alcanzas al género humano todas las gracias del Señor. Y si estas suplicas no bastaran pongo por medianeros y abogados a los nueve coros de los Ángeles, a los Patriarcas, y Profetas, a los Apóstoles y Evangelistas, a los Mártires, Pontífices y Confesores; a las Vírgenes y Viudas; a todos los Santos del Cielo en especial al Cura de Ars, Santa Filomena, San Francisco de Asís, San Benito y justos de la tierra. Cuiden de esta página y de lo que aquí se publica para el beneficio de los fieles de la Iglesia Católica; con el único fin de propagar la fe. Para Mayor Gloria de Dios.


NOVENA A LA ASUNCIÓN DE MARÍA
 AL CIELO

Oración Preparatoria. — Alegrémonos en la festividad de la Asunción de María al Cielo. Oh Madre, haced que algún día podamos acompañaros en la Gloria. Amén.


Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo , y del Espíritu Santo. Amén.

  
ACTO DE CONTRICIÓN

Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero, a quien amo más que a mi alma, más que a mi vida y más que a todas las cosas: por ser Vos quien sois, y por vuestra bondad infinita, a mí me pesa, pésame mi Dios de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente nunca más pecar, apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Os ofrezco, Señor, mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra divina bondad y misericordia infinita me los perdonaréis por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, me daréis gracia para enmendar mi vida y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la hora de mi muerte. Amén.


ORACIÓN INICIAL PARA TODOS LOS DÍAS

Soberana Virgen María, Madre de Dios y Madre mía, aquí tenéis postrado a vuestros sacratísimos pies a este hijo pródigo, penetrado de confusión, de dolor y de arrepentimiento por haber pecado contra el cielo y contra Vos: conozco, Señora, y confieso en presencia del cielo y de la tierra, que no soy digno de honrarme con el título de hijo vuestro: recibid, Madre de misericordia, esta humilde confesión de mi fea ingratitud, y mala correspondencia, dispensándome la gracia de admitirme en el número de vuestros esclavos: miradme con ojos de piedad, como acostumbráis ejecutarlo con vuestros siervos; y alcanzadme del Todopoderoso la gracia que principalmente os pido en esta santa Novena; y es, que reconocido de todos los yerros y extravíos de mi vida pasada, empiece desde ahora a llorar con amargas lágrimas todas mis culpas, a implorar las divinas misericordias, arreglando los pasos de mi vida de tal manera que logre por vuestra poderosa intercesión una preciosa muerte para gozar de Dios en vuestra compañía por eternidades de gloria. Amén.


Día 7. Exaltación de María. Fue ella exaltada sobre todos los Ángeles. Mírala: Ella se llamaba esclava del Señor y ahora es declarada Reina y Señora de todo lo creado. Así premia Dios a los que son humildes.


Santo Rosario o Padre Nuestro, 3 Ave María y Gloria


Oración Final

  Mi Dios, en quien espero, por ser un Señor de un infinito poder, que conducís al puerto de eterna salvación a todos los que esperan en Vos: que premiasteis la esperanza de nuestros. Padres, no permitiendo fuesen confundidos, y libertándoles con vuestro brazo omnipotente de la eterna confusión de los malos: mi buen Dios, que en justa remuneración de aquella firme esperanza que depositó en solo Vos María Santísima, honrasteis a esta Señora en el día de su Asunción a los Cielos con la posesión de aquel sumo y eterno bien, por quien tanto había suspirado: concededme, Señor, por su intercesión poderosa, que a imitación suya viva yo animado de aquella firme esperanza, que separando mi corazón de todos los bienes aparentes de la tierra, suspire continuamente por la posesión de aquellos bienes verdaderos, que disfrutan los justos en vuestra gloria. Amén.


Oh Virgen, que habéis sido exaltada sobre todos los coros de los Ángeles, miradnos compasiva a los que somos hijos vuestros y que luchamos aun en este valle de lagrimas y miserias. Salvadnos. Amén.



Gozos

Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.
En cuerpo y alma elevada,
Virgen Madre del Señor:
Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.

En la tierra padecía
tristeza tu Corazón
suspiros en profusión
lanzabas de noche y día
al Cielo, que recibía
tus ansias y tu clamor.

Muéstrate, dulce...
Un arcángel refulgente
te anuncia dichosa nueva,
que el Señor Omnipotente
al cielo empíreo te eleva.
¡Oh Madre! contigo lleva nuestro
anhelo y nuestro amor.

Muéstrate, dulce...
Aunque el tributo rendiste
que debe la humanidad,
Tú, sin mancha original,
intacto tu cuerpo existe
en la tumba, y Dios lo viste
de célico resplandor.

Muéstrate, dulce...
Entre coros celestiales
que te alaban a porfía
del Cielo, gran Madre mía,
atraviesas lo umbrales.
Por nosotros, los mortales,
intercede con ardor.

Muéstrate, dulce ...
El Empíreo proclamaba
tu dominio universal,
mientras Dios te entronizaba
como Reina celestial:
al inválido mortal
tiende el cetro protector.

Muéstratre, dulce...
Haz que toda nuestra vida,
prendados de tus primores,
entonemos tus loores,
te alabemos sin medida:
y haz, también que en la partida
nos admita el Salvador.

Muéstrate, dulce...
En cuerpo y alma elevada
Virgen Madre del Señor:
Muéstrate, dulce abogada,
del que implora tu favor.



A LA VIRGEN SANTISIMA
en su Asunción al Cielo.

Oración. — Señor Dios nuestro, imploramos vuestra clemencia para que, cuantos celebramos la Asunción de la Madre de Dios al cielo, nos veamos libres, por su intercesión, de todos los males que nos amargan. Os lo pedimos por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Para obtener las gracias que hemos pedido, saludaremos a la santísima Virgen con las siguientes deprecaciones:

1.ª — Oh María, por vuestra santa muerte, alcanzadme una muerte libre de todo pecado. Amen.— Avemaría.

2.ª — Oh María, por vuestra resurrección a una vida inmortal y gloriosa, obtenedme que resucite yo glorioso con los justos en el ultimo día. Amen.— Avemaría.

3.ª— Oh María, por vuestra Asunción al Cielo, en cuerpo y alma, alcanzadme que logre yo salvar mi alma y gozar eternamente en vuestra compañía. Amen.— Avemaría.

4.ª — Oh María, por vuestra exaltación sobre los Ángeles y por vuestro poder sobre los demonios, alcanzadme que venza al infernal enemigo y que sepa dominar mis pasiones. Amen.— Avemaría.

5.ª — Oh María, por vuestra coronación sobre todo lo creado y por haber sido elegida Abogada de todos los hombres, alcanzadme una filial confianza en Vos y acordaos de mi en todas mis necesidades, peligros y tentaciones. Amén. —Avemaría.